La gente busca un líder para evitar la escasez.
Zina y Serafín visitaron la tumba masiva honoraria que existía en la capital, acompañados por su guerrero Ablanch. Y allí, tallaron una lápida para Xoli, el hombre que había muerto protegiéndola y después de que ella había escapado del campamento de renegados.
Zina nunca olvidó al hombre. Retirarlo hacia algún rincón trasero de su memoria se volvió sencillo porque, después de todo, él estaba de alguna manera conectado con todas las cosas malas que Zina deseaba olvidar... cosas malas que Daemon había sacado a la luz sin ceremonia alguna cuando ella estaba en su celo.
Aún tenían muchas cosas pendientes por resolver entre ellos. Como lo que sucedió con Xalea Borne, y el hecho de que Daemon parecía saber más sobre lo que le había sucedido de lo que ella jamás entendería.
Esa noche moriste... Y después de morir, de alguna manera viniste a la vida.