ZINA
Zina estaba sumida en profundos pensamientos cuando salió de las cámaras de tortura subterráneas. Sentía que estaba actuando demasiado rápido sin pensar más en sus acciones, pero desde que vio a aquel hombre, había perdido el control de sus propios pensamientos y acciones.
Ahora, el espíritu vengativo que había logrado esconder durante años estaba levantando su cabeza como si la correa que una vez lo sujetaba se hubiera roto por el desgaste.
Su corazón latía con un ritmo desconocido mientras tanto la emoción como el temor la llenaban. Durante toda su vida, el daño que había causado nunca había sido físico. Nunca había golpeado a nadie, ni siquiera había derramado sangre excepto aquella vez que Eldric la obligó a hacerlo. Pero querer causar tal daño voluntariamente la hacía sentir diferente, como un pájaro virgen yendo a por sangre.
Podía casi oír la voz de la Anciana Sybril en su cabeza si la mujer viera lo que estaba haciendo.