El corazón late por sí solo, por su cuenta, e incluso en contra de sí mismo.
FIONNA
El carruaje dio un tirón mientras realizaban su viaje hacia sabe Dios dónde. Y mientras Fionna hervía de rabia, una ira tan profunda que podría volcar su carruaje, Zina WolfKnight parecía estar completamente tranquila.
La mujer no se parecía en nada a la niña a la que Fionna le gustaba molestar cuando eran pequeñas. En aquel entonces, era como un cachorro sumiso que era ciego de dos maneras; ciego al mundo en el que estaban y al afecto que supuestamente recibía de su Manada.
Ahora, parecía una... mujer poderosa. En todas las ocasiones en que la había molestado, Fionna nunca pensó que asociaría a la delgada Zina con la palabra 'poder'. Y, sin embargo, esa era su situación actual.
Sin pensarlo, sus manos se elevaron para tocar su cuello y acariciar su colgante, pero no estaba allí para ser encontrado.