Imprudentes

ZINA

—Así que conociste a mi madre. —Zina observó más que provocó. Observaba la figura de Vessira que temblaba incontrolablemente como si su furia no pudiera ser contenida ni siquiera por la fuerza del mundo.

Pero a Zina apenas le importaba su enojo. No, todo lo que le importaba era el conocimiento acerca de su madre.

—Debió haber sido tu amiga. —Zina continuó provocándola—, una amiga a la que traicionaste tan terriblemente.

—Detente. —Finalmente habló Vessira, su voz baja mientras mantenía un temblor casi intimidante.

—¿Qué? —Zina se burló—, ¿ni siquiera puedes enfrentar lo que has hecho? Supongo que eres el peor tipo de cobarde.

—¡Dije que te DETENGAS!

Zina estaba segura de que Vessira estaba a punto de lanzarse hacia ella, quizás para arrancarle la lengua y asegurarse de que no pudiera volver a hablar nunca más cuando una voz más sorprendente la salvó de la ira del Alfa de la Manada Matriarcal.