ZINA
Todos los argumentos que Zina deseaba reunir para hacerle saber a Daemon que nunca necesitaba probarle nada, mucho menos su amor, murieron en la punta de su lengua mientras la curiosidad se asentaba en ella.
Aunque le incomodaba que Daemon pensara que ella podría tener dudas sobre sus sentimientos, en realidad tenía curiosidad por saber cómo él pretendía demostrarlos a su vez. Nunca lo había visto así—tan cómodo con ella mientras iba tan lejos como para llevarla fuera de las murallas del castillo—entonces, ¿cómo no iba a estar curiosa?
Así que rumiaba en un silencio tenso mientras el castillo se movía adelante, llevándolos a un destino del que nunca supo nada... todavía. Estaba a punto de intentar conversar trivialmente cuando Daemon se le adelantó.
—Hablaste de tu madre el otro día... —él comenzó, sus oscuros y pesarosos ojos observándola cuidadosamente mientras Zina se sobresaltaba con sus palabras.