¿Después de nuestro matrimonio...?

Zina fue ayudada a bajar del carruaje por Daemon, mientras reflexionaba sobre sus palabras con un sentimiento de culpa y agradecimiento al mismo tiempo. Pero Daemon nunca soltó sus manos, lo cual ella agradeció.

Zina notó que estaban en un lugar abandonado de algún tipo. A lo lejos, un edificio solitario y decapitado era lo único que se alzaba imponente. El lugar donde estaban parados era por lo demás desolado, y Zina, que no salía mucho, no podía precisar exactamente en qué parte de la ciudad se encontraban.

—¿Dónde estamos? —preguntó ella mientras Daemon la guiaba para navegar el terreno nevado mientras los guardias detrás de ellos se dispersaban monitoreando su entorno como si buscaran a alguna persona hostil que los hubiera seguido.

Zina dedujo que el edificio decapitado y solitario era su destino. Pero no podía imaginar, por nada del mundo, qué iban a hacer en un lugar así.