(Este capítulo contiene sangre, vísceras y violencia animalística que muchos pueden considerar desencadenante. Léalo con cuidado.)
ZINA
Esta vez, su cuerpo voló hacia atrás hasta que su espalda chocó con la pared muy detrás de ella, y luego rebotó de vuelta a su posición, sostenida por cadenas plateadas que quemaban sus muñecas.
Zina gritó, incapaz de contener el dolor como lo hizo la primera vez. Todo su cuerpo sentía como si estuviera siendo asado sobre un horno. No lo suficientemente cerca para asarse realmente, pero lo suficientemente cerca para secarse como carne al sol.
Su cuerpo estaba aún más vivo. Sentía cada temblor, cada dolor, cada pulgada, cada cosa.
Respiraba con dificultad, cerrando los ojos contra el mundo con la esperanza de que el dolor disminuiría, pero solo se amplificó en la oscuridad que la saludaba.
—No… —gimió en voz baja, su voz un susurro para su propio oído. Lo oyó rodearla.