(Este capítulo contiene sangre, vísceras y violencia animalista que muchos pueden considerar desencadenante. Léalo con cuidado.)
ZINA
Los gritos de su madre no detuvieron a los llamados Domadores, quienes la arrastraron fuera de la habitación hacia otra habitación.
Pero Zina aún no podía encontrar en sí misma preocupación por el afecto que su madre le mostró en ese último momento. Con los hombros cuadrados, se preparó para lo peor.
Mientras tanto, Rowan siguió observándola, esperando que se derrumbara y hiciera lo que toda madre haría: suplicar por la vida de su hijo.
Pero Zina no lo hizo.
No cuando los Domadores la ataron con cadenas de plata como lo hicieron con su madre, no cuando le arrancaron la ropa hasta que quedó completamente desnuda, bañada en vergüenza, no cuando produjeron un corto palo de madera, de dos pies de largo, que se parecía tanto a su bastón.