En el ring, un hombre corpulento llamado Lei Ting intercambiaba golpes con Fan Gao, ambos siendo expertos de primer nivel. En un duelo entre maestros, la victoria a menudo depende de un solo pensamiento.
Tras un período inicial de tanteo, los dos luchadores habían evaluado aproximadamente la fuerza del otro, por lo que sus movimientos se volvieron más decisivos y despiadados.
Cerca de las gradas de los espectadores, una mujer de unos treinta años, con unas gafas de montura de oro, observaba a los dos competidores atentamente y dijo con una expresión grave:
—Abuelo, ambos hombres poseen la fuerza de un Gran Gran Maestro, están a solo un paso. Es una lástima; si su combate se hubiera programado para más adelante, tal vez uno de ellos podría haber sido tu oponente.