Capítulo 40

Incontables pensamientos habían pasado por su mente, todo con un solo objetivo, obtener la flor de esencia divina. Mirando la piedra blanca en su mano izquierda y su sable en la mano derecha, dio un suspiro de resignación.

Lo había pensado en todo lo que estaba a su alcance, pero las bestias míticas lo tenían rodeado. No teniendo otra opción miró con ojos asesinos a todas las bestias a su alrededor.

El hombre dio un resoplido. "Ya que lord Ying ha puesto sus ojos en ti no me iré sin antes tenerte en mis manos. Tener la atención de lord Ying en ti es la buena fortuna". Dijo mientras miraba a la flor en medio de la fuente.

Y ahí se encontraba un hombre con apariencia elegante vestido con túnicas blancas rodeado por 13 feroces bestias con poderosas intenciones asesinas. Pero nada de eso importaba ya que mientras era rodeado fijaba su atención en la hermosa flor con pétalos multicolores y un brillante tallo de cristal.

Él hombre sabía que ella podía hablar, pero no solo se quedó en silencio cuando él la llamó sino que también había enviado a sus bestias míticas con intenciones de atacarlo. Si la flor hubiese hablado con él y tratara de hacer algún trato, posiblemente hubiese renunciado a su intención de robarla. Pero ya que había quedado en silencio, él creía que era una flor arrogante que lo miraba hacia abajo.

El hombre no dio ni una palabra más y antes de que las bestias comenzarán a acercarse para atacarlo, su sable comenzó a brillar con una intensa luz blanca. Dirigiendo la punta de su espada al suelo esta fue enterrada hasta la mitad, el hombre tomaba la empuñadura dejando al descubierto una pequeña piedra azul incrustada en ella.

De pronto una barrera se formó a su alrededor, la barrera comenzó a crecer hasta que tuvo un radio de 2 metros. Si alguien mirara de lejos podría darse cuenta de que, el hombre de túnica blanca se había encerrado en un cilindro de cristal, un cilindro de cristal que tenía una altura capaz de conectar los extremos del cielo y la tierra.

«¡Muerte a los cielos!». Sin esperar por más tiempo usó una técnica prohibida llamada muerte a los cielos. Él sabía que la única forma que tenía para evitar la resurrección instantánea de las bestias míticas nacidas de la flor de esencia divina, era únicamente evitar que pudieran alimentarse de la energía del cielo y la tierra, energía provista únicamente por la voluntad del cielo.

La única manera que había pensado era usar una técnica prohibida para eliminar la voluntad del cielo, al asesinar a los cielos no habría nadie que pudiera controlar la energía del cielo y la tierra, la cual existía en todo el mundo. Como resultado toda la energía del mundo junto con las mismas leyes del cielo entraría en un estado de caos total.

Al ejecutar la técnica prohibida la destrucción del mundo era solo cuestión de tiempo, ahora si cortara en pedazos a todas las bestias míticas no podían regenerar sus piezas perdidas tan rápidamente como antes, por lo cual tampoco podían resucitar instantáneamente si estas eran asesinadas por él.

En realidad esta no sería una forma de matar a las bestias mítica de una forma permanente pues este tipo de bestias eran seres que poseían una inmortalidad innata, ellos no podrían morir así fuesen cortados en millones de pedazos.

Nunca podrían morir siempre y cuando tuvieran un vínculo con la flor de esencia divina, estuvieran conectados con el mundo o simplemente por la existencia de la energía espiritual. Con esos 3 factores ya sea individual o en conjunto harían que las bestias míticas fueran conocidas como seres temibles los cuales no podrían ser asesinados tan fácilmente.

Las bestias míticas que tenía a su alrededor no eran simplemente Bestias de bajo nivel, todas poseían el nivel 7, a excepción del toro de llamas que parecía ser el más débil con un nivel 6. No solo era eso, también se había dado cuenta que la serpiente de 20 metros era posiblemente una bestia mítica un nivel más alto que las demás, tal vez del octavo nivel.

Si él tratara de pelear contra las 11 bestias míticas de séptimo nivel recibiría mucho daño, incluso si ganara contra ellas estaría muy cansado para enfrentarse a la bestia mítica de octavo nivel. Por esa razón al usar la técnica muerte a los cielos no solo destruiría las leyes del cielo, sino que también desestabilizaría la energía del mundo. Una vez que la energía de los alrededores se volviera caótico, aquellas bestias no podrían absorberla, y por tanto sus poderes se verían muy reducidos.

Él sabía muy bien que era afortunado de poder usar la técnica debido a la débil voluntad del cielo, en él en caso contrario tal método no funcionaría normalmente.

Un estruendo ensordecedor pudo ser escuchado por todo el mundo, el sonido de cristales rompiéndose se volvieron cada vez más fuertes por todos los alrededores. Parecía como si el cielo azul fuera un espejo que se estaba rompiendo a pedazos, la tierra tembló y los animales corrieron despavoridos para buscar un refugio.

Los humanos que veían la escena no podían comprender lo que sucedía, solo pudieron ver a lo lejos en dirección a la fuente sagrada donde se suponía estaba la flor divina como se abría un gigantesco vórtice negro, una profunda oscuridad salía del vórtice junto con una indescriptible sensación de frío.

Cuando las personas vieron esto sintieron como sus corazones se hundían por el miedo y una fuerte sensación de grave peligro surgía arraigándose en lo más profundo de su ser. Un peligro que los acechaba era tan incómodo, podían sentir que las puertas de la muerte se abrían para dejarlos entrar, también la energía espiritual se había vuelto cada vez más tenue, llegando al punto en que podría desaparecer sin dejar ni un rastro.

Todos habían quedado estupefactos sin ninguna palabra que decir. Por su parte el hombre que había instigado toda la situación se encontraba mirando con desdén todo lo que se encontraba rodeándolo. El estallido del cristal vino después de que la barrera cilíndrica rodeando su cuerpo se disipara.

Sin dudar, con la máxima velocidad con la que pudo moverse, dirigió su espada al Zorro blanco que antes había congelado el lugar donde anteriormente estaba parado. Con un corte limpio atravesó su garganta, enviando a volar su cabeza, no mucho después había rodado cerca de la fuente. Y de esa forma siguió cortando a cada bestia que se metía en su camino.

De las 13 bestias míticas que se encontraban rodeándolo, en la actualidad solo habían cerca de 5 bestias. El águila de viento nevado, el armadillo acorazado, el cuervo de llama azul, el toro de llama naranja y la serpiente de agua blanca. Todos ellos eran los únicos que aún tenían sus cuerpos completos y también hacían surgir una poderosa intención de matar.

Las otras bestias no se encontraban muertas, todas ellas aún seguían con vida, pero debido a que había cortado sus miembros en pequeñas partes no podían moverse, no podrían regenerarse tan rápido ni tampoco resucitar ya que la energía del cielo y la tierra ya había desaparecido por completo. El hombre también había recibido heridas, pero ninguna de ellas era tan seria, con heridas como las que tenía bastaba solo con descansar por un tiempo y estas sanarían de forma natural.

El hombre vestido de blanco guardó su arma, miró al cielo y se dio cuenta de que ya no quedaba mucho tiempo, el mundo colapsaría en pocos minutos. Usando toda su fuerza en las piernas se impulsó para moverse a la máxima velocidad que pudo conseguir, apretó con fuerza el cristal blanco en su mano izquierda. En un parpadeo ya había aparecido frente a la serpiente blanca.

Él sonrió. "Bien, me has gustado. Te llevaré también a ti antes de irme". La serpiente abrió su boca y de una forma rápida y precisa había tragado su brazo izquierdo, el hombre se había sorprendido de la velocidad con la que la serpiente blanca se había movido.

La serpiente no era tonta, el cristal blanco desprendía un tipo aura extraña, había reconocido ese cristal como algo peligroso y trató de deshacerse de ella lo más rápido que pudo, de esa forma el brazo izquierdo del hombre fue arrancado.

El hombre no hizo ningún ruido y apretó los dientes soportando el dolor. La sangre salía a chorros de la parte izquierda de su hombro. Él no había esperado un movimiento tan vicioso por parte de la serpiente, eso lo había hecho enojar. Sin embargo, al tragarse el cristal no había arruinado sus planes, al contrario eso era conveniente para él.

Ese cristal blanco era conocido como un artículo creado por selladores místicos, era un tipo de cristal que podría contener a una bestia mítica como máximo del octavo nivel. Ese cristal era usado como una herramienta para domar bestias míticas. Él se había enojado por las acciones de la serpiente, pero con eso se había convencido del potencial feroz de la bestia, sin duda una bestia de alto nivel le sería de gran ayuda.

El cuerpo de la serpiente se iluminó de un brillante color blanco, en poco tiempo se redujo hasta convertirse en el cristal blanco que antes sostenía en su mano izquierda. Las otras 4 Bestias se encontraban lejos de la fuente por lo que incluso si usaran todas sus fuerzas para apresurarse y llegar a él no lo harían a tiempo.

El hombre tomó el cristal blanco y lo guardó. Miró a la flor de esencia divina y sonrió. Sin embargo, esa sonrisa en un hombre cubierto de sangre y sin un brazo no era para nada encantador, más bien se parecía a algún tipo de demonio asesino que había desollado a todas sus víctimas y venía por la siguiente.

Sacó algunas piedras espirituales y las colocó alrededor de la flor. Extendió su mano cerca de la flor.

«Vacío»

Una burbuja transparente encerró a la flor tomándola hasta la raíz con la tierra y las piedras espirituales. El hombre no tenía intención de arrancarla de la fuente de una forma descuidada, prefirió llevarla junto con parte de la tierra que tenía la fuente y usar algunas piedras espirituales para alimentarla.

El hombre miró al cielo. "Ya no hay tiempo, es hora de irnos". Con su única mano restante sacó un cristal azul y lo lanzó a la distancia. El hombre voló rápidamente al vórtice negro que se había abierto en medio del cielo y sin dudar pasó a través desapareciendo en un parpadeo.

El hombre había abandonado ese mundo. El cristal azul que había lanzado a la distancia exudaba una poderosa aura y poder espiritual. Rápidamente se fusionó con el cielo. El estruendo ensordecedor fue calmado, la tierra dejó de agitarse violentamente y los mares se volvieron aguas tranquilas.

La sensación de grave peligro se volvió cada vez más tenue hasta el punto en que se volvió indetectable, el profundo y oscuro vórtice había comenzado a reducir su tamaño. La energía espiritual antes indetectable comenzó a sentirse en los alrededores nuevamente.

Los animales se habían tranquilizado y lentamente asomaron sus cabezas desde los escondites seleccionados para su protección, miraron al cielo que deslumbraba con un brillo de luz azul que se extendió por todo el mundo. Los seres humanos no sabían que estaba sucediendo, sin embargo, los seres más sensibles pudieron notar el cambio que vendría al mundo.

Una nueva voluntad del cielo había nacido, el cristal que el hombre de blanco había lanzado era un tesoro muy valioso llamado ‹Semilla del cielo›, entre uno de sus usos se encontraba el dar nacimiento a una voluntad celestial. Aquel hombre había venido en busca de la flor de esencia divina, pero no tenía la intención de sacrificar a todos los seres del mundo para obtenerlo.

Ya había pensado en un plan para obtener la flor, pero estuvo fuera de sus cálculos que las bestias míticas fueran tan poderosas, en sus cálculos solo se encontraban bestias míticas con máximo del nivel 6, no había pensado que la flor se hubiese desarrollado hasta tal nivel.

Se había dado cuenta de la razón. El mundo era habitado únicamente por mortales comunes, no había ningún cultivador. La razón era simple, a pesar de haber energía espiritual esta no era absorbida por los seres humanos, sino que toda la energía disponible era usada para alimentar a la flor de esencia divina y sus bestias míticas guardianas.

En un futuro lejano, en este mismo mundo nacerían cultivadores y desde ese momento el cultivo espiritual se desarrollará aún más, al hacer eso el mundo aumentaría su nivel, y de esa forma los cultivadores de ese tiempo podrían llegar a nuevos niveles de existencia.

La nueva voluntad del cielo reconoció a todos los seres vivos como seres comunes, al escanear los alrededores encontró a 12 existencias poderosas. Centró su atención en ellas y las clasificó como seres potencialmente peligrosos, los 12 seres eran existencias que ya habían sobrepasado a la voluntad del cielo anterior.

Sin dudar, la voluntad del cielo usó todo su poder en conjunto con las leyes del cielo para expulsar a estas existencias del mundo. Las bestias míticas cuyos miembros habían sido cortados ya habían restaurado sus cuerpos, este poder innato era conocido como ‹Resurrección del espíritu salvaje›.

Las bestias míticas sintieron que había una fuerza invisible que trataba de expulsarlos del mundo. Sin embargo, ellas se resistieron con todas sus fuerzas, la voluntad del cielo se había molestado, atronadoras nubes de rayos se formaron en el cielo y poco a poco se reunieron hasta llegar a cientos de kilómetros.

Los chispeantes rayos ya eran vistos desde la superficie de cada nube. Esta no era otra cosa que la primera tribulación de los cielos, aquellos rayos estaban cargados con la furia de los cielos en conjunto con las poderosas leyes celestiales.

Poderosos rayos cayeron en los cuerpos de cada bestia mítica, un poderoso rayo que no podría ser resistido por ellos. De esa forma se debilitaron y en un instante las bestias míticas del séptimo nivel habían sido expulsadas del mundo y enviadas a un plano superior.

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