—Maximus se fue esa noche, dejando mi corazón cálido con el resplandor de sus emociones.
Ya me había ido a dormir pero recibí un mensaje de texto de Maximus sobre qué esperar por la mañana.
Me recordó sobre mi primer día de trabajo con él. El plan era simple: despertaríamos, nos prepararíamos, iríamos al garaje a recoger algunas armas y luego nos dirigiríamos a los bosques bajando por las montañas. Maximus probaría las armas mientras yo escribía sobre ellas en detalle.
Me desperté temprano pero me aseguré de enviar un mensaje a Lamar.
—¿Todavía estás molesto conmigo? —pregunté.
—¡No! Estoy bien. Lo siento por haber actuado como un niño ayer. Debería haber entendido que como víctima, tienes muchos desencadenantes, y uno de ellos es compartir tu vida o tus secretos con alguien —respondió Lamar.
Las lágrimas llenaron mis ojos por lo considerado que era.
—Gracias, Lamar. Tu comprensión significa mucho para mí. —le dije.