—¿Qué? ¿A quién necesitas alimentar con sangre? —Lo observé mirar a su alrededor y fruncir el ceño confundido. Su comportamiento era preocupante.
—Mi hermano—él es, um, especial. Necesita sangre para evitar atacar a la gente... para evitar que entre en—la población —hablaba de manera incoherente, completamente diferente a cómo se había comportado en la habitación del motel.
Esta vez, parecía totalmente perdido.
—Me necesita —Emmet de repente intentó levantarse, pero lo empujé de vuelta, haciendo que se sentara. Tuve que sostener su cara con mis pequeñas manos y hacer que me mirara a los ojos.
—Necesitas concentrarte en tu propia salud. Estás todo desordenado ahora mismo. No creo que sea seguro para ti volver al bosque —me negué a dejarlo ir.
De repente se quedó congelado cuando sintió mis manos en sus mejillas. La forma en que sus ojos se demoraron en mi rostro me envió escalofríos por la espina dorsal.