Rencor Ancestral

Sus espadas chocaron con tanta fuerza que Ashleigh sintió las vibraciones a través de sus huesos. Si la fuerza para sostener la espada solo provenía de ella, la habría soltado.

—¡Eres tan deshonrosa como siempre! —gruñó Solana, empujando a Ashleigh.

—¿Qué? —preguntó Ashleigh, pero su voz no salió.

—El amargor todavía te aferra después de siglos —gruñó Ashleigh, su voz más grave que de costumbre.

Sus espadas chocaron una vez más. Gruñeron y gruñeron mientras se mantenían en su lugar.

—¡Este desafío es para que lo enfrentes tú, no tú! —volvió a gruñir Solana, empujando a Ashleigh con fuerza.

Antes de que Ashleigh pudiera renovar su ataque, Solana levantó su mano. Sus ojos plateados brillaban intensamente.

El cuerpo de Ashleigh quedó inmovilizado.

—¡¿Cómo?! —gruñó Ashleigh.

—Este es mi espacio sagrado —gruñó Solana en una furia silenciosa—. ¡No el tuyo!

Solana levantó su otra mano. Concentró su energía en Ashleigh, juntó sus manos y las separó rápidamente.