Los ojos grises que Ashleigh había aprendido a amar y apreciar ahora la penetraban hasta el alma mientras la imponente figura la miraba con un juicio frío.
—Se parece a ti —susurró Ashleigh, pensando en los ojos de Caleb, su mandíbula fuerte y su cabello castaño rojizo.
—Mi gran hijo tiene muchas cualidades admirables —dijo Solana.
—¿Eres... mi Luna? —preguntó Ashleigh.
Los ojos de Solana se iluminaron intensamente.
—Yo soy LA Luna —gruñó—. Si deseas tomar el rol, debes demostrar tu valía.
—¿Fiona te conoció? —preguntó Ashleigh.
—De una forma u otra —respondió Solana—. Pero no como esto, no en mi verdadera forma.
—¿Por qué no? —preguntó Ashleigh.
—Ya lo sabes.
—No, no lo sé.
—Sí lo sabes —sonrió Solana—. Solo que no lo recuerdas.
«Ella se burla de ti», susurró una voz en el oído de Ashleigh. «Enséñale quién es la verdadera Luna».
Ashleigh miró hacia atrás pero no encontró a nadie.
—¿Te atreves a darme la espalda? —preguntó Solana con un gruñido.