Bell estaba luchando. Ver a Román parado a solo unas pulgadas de ella había enviado su mente al pánico. Había estado flotando en el espacio entre la conciencia durante lo que parecía mucho tiempo.
Ella abrió los ojos y vio a Ashleigh de pie no muy lejos de ella.
—¿Ashleigh? —había llamado, su voz sonando lejana para sus propios oídos.
Bell sintió más que vio a Ashleigh acercarse y abrazarla. Sintió su calidez y protección. Tal vez ahora podría atravesar la oscuridad que la rodeaba y encontrar su camino de regreso a la luz.
Pero no fue fácil. Sus ojos parpadeaban abriéndose y cerrándose, y su cabeza se ladeaba de un lado a otro, sintiéndose pesada. El mundo a su alrededor estaba borroso y fuera de foco. Era difícil encontrar algo a lo que aferrarse.
Ashleigh le susurró, diciéndole que estaría bien.
Había otras voces, una mujer. Ashleigh la envió lejos. Bell solo entendió una palabra.
—Ayuda.
Se sentía cansada, pero el pánico en su corazón se estaba asentando.