—Sshhh… shhh... está bien, está bien —susurró Galen mientras rebotaba a Ren en su hombro.
Ren seguía inquietándose y llorando, sin mostrar signos de detenerse.
—Mamá volverá enseguida, Ren, te lo prometo.
—¿Te está molestando este anciano, pequeñín? —coqueteó Alicia mientras se acercaba a la mesa.
Galen se rió entre dientes.
—Definitivamente prefiere a su madre —suspiró.
Alicia observó mientras Galen intentaba de nuevo calmar al pequeño bebé.
—¿Te importaría... —dijo ella—. ¿Podría intentarlo?
Galen la miró, dudando. Pero Ren se estaba alterando más en ese momento. ¿Qué daño podría hacer dejar que alguien más lo intentara? Con cuidado se lo pasó a ella. Alicia sostuvo su cabeza y equilibró su peso en sus brazos.
Ella sonrió al dulce niño.
—Hola, cariño —susurró.
Galen sintió una extraña familiaridad en las palabras. Así se había comportado ella cuando se conocieron por primera vez. Solo que esta vez, no sonaba tan vacío.