Captó su olor, era tenue, pero el de ella era incomparable.
Se quedó en su hocico, llegando hasta lo más profundo de él y avivando las llamas de su deseo. Caleb aulló en la noche, más decidido que nunca en seguir ese aroma tentador y reclamar su premio.
Ashleigh corría entre los árboles; ella podía sentirlo a lo lejos. Buscando, olfateando, cazando. Su corazón latía aceleradamente. Una parte de ella quería que él la atrapara, pero el lobo dentro de ella exigía que se lo ganara.
Se movían el uno alrededor del otro entre los árboles durante mucho tiempo. Ella vislumbraba destellos de su pelaje rojo oscuro, y luego él desaparecía.
Su pelaje blanco brillante hacía que él la encontrara fácilmente entre el terreno sin nieve, pero su velocidad y determinación la mantenían lo suficientemente lejos de él como para escapar.
Su olor se mezclaba en el aire a su alrededor. Ya no era distinguible el uno del otro.