Ashleigh jadeó al despertar en el coche. A su lado, Caleb miraba a través de un par de prismáticos. Miró a su alrededor y vio que se habían detenido en un camino secundario rodeado de maleza y árboles altos.
—¿Has dormido bien? —preguntó Caleb, manteniendo su enfoque en lo que quiera que viera a través de los prismáticos.
—Informativa, por decir lo menos —bostezó Ashleigh. Se estiró la espalda, presionando sus omóplatos y girando su cuello—. ¿Qué estás mirando?
—No estoy seguro —respondió Caleb, apartando los prismáticos de sus ojos y pasándoselos a ella—. Arriba, encima del árbol caído.
Ashleigh miró donde él dirigía.
Vio a un lobo con una apariencia como nada que hubiera visto antes. Su pelo estaba coloreado de barro gris, quizás incluso cubierto en él. Parecía haber hojas creciendo en pequeños grupos por todo su cuerpo, verdes, marrones, rojas y amarillas.