—Ella no conoce cómo moverse por Primavera. Ni siquiera ha estado allí.
—Entonces, dibújale un mapa —respondió Peter, cruzándose de brazos sobre su pecho.
Myka no pudo evitar la sonrisa torcida en su rostro al ver el puchero insolente de Peter.
—Basta —gruñó Peter—. No estoy siendo adorable en este momento.
—Discrepo —replicó Myka juguetonamente.
Peter dejó escapar un suspiro frustrado y se giró para salir de la habitación.
—¡Espera, espera, espera! —llamó Myka, persiguiéndolo rápidamente.
Myka atrapó a Peter antes de que pudiera salir de la habitación, pasando su brazo alrededor del pecho de Peter y descansando su barbilla en su hombro.
—Vamos —susurró Myka—. No te vayas enfadado. Acordamos hablar las cosas, ¿recuerdas?
Peter suspiró.
—¿Tiene sentido hablar? —preguntó—. Parece bastante claro que ya has decidido irte.