—Ella está asustada —dijo Alicia, sorbiendo la taza en la barra de la isla mientras veía a Axel lavar la olla.
Ambos seguían en batas, con cacao recién hecho, mientras Axel explicaba lo que había sucedido con Ashleigh en su oficina.
—Ella es inmadura e hipócrita —respondió él, moviendo la olla al escurridor con un gruñido.
Alicia se rió y tomó otro sorbo del chocolate caliente.
—Es una adolescente.
—Apenas —replicó Axel, girándose y apoyándose en la barra. Agarró su taza y sopló en ella—. Tiene dieciocho años, está casada, es una Luna de una de las grandes manadas y ha liderado soldados en batalla contra las hadas... No estoy seguro de que pueda usar la carta de las hormonas como defensa para su actitud de mierda.
Alicia levantó una ceja mientras sorbía.
Axel mantuvo su mirada.
—¿Qué? —dijo.
—Ella hizo un berrinche —dijo Alicia simplemente—. Y tú no respondiste exactamente de la manera más madura.
—¿Cómo que no fui maduro? —preguntó Axel con una expresión de incredulidad.