Mi amor... es egoísta

Axel se inclinó hacia adelante, apoyando su barbilla en su hombro y sosteniéndola cerca.

—Sé —susurró—. Yo sé.

Alicia soltó un sollozo, cubriéndose rápidamente la boca mientras las lágrimas se derramaban incontrolablemente. Intentaba evitar perder el control, pero era una lucha.

—Déjalo salir, Alicia —susurró Axel—. Estoy aquí mismo, y no me voy a ningún lado.

Alicia tomó un respiro tembloroso; bajó su mano y abrazó sus brazos alrededor de su estómago. Los sollozos vinieron con fuerza. Se sacudió mientras lloraba en sus brazos.

Pareció una eternidad antes de que las lágrimas dejaran de caer.

Axel había girado la llave, agregando más agua caliente a la bañera. Alicia se recostó contra su pecho, respirando pequeños alientos.

—Lo siento —susurró Axel.

—¿Por qué? —preguntó Alicia.

—Te prometí —dijo él—. Te prometí darte una familia. Pero al final, soy la razón por la que no puedes tener una.

Alicia cerró los ojos. Dolería escuchar.