Se recostó en su cama, cerrando los ojos y tomando lentas y profundas respiraciones. Ignorando los sonidos de los monitores y los conductos de aire sobre ella.
Mirando dentro de la oscuridad de sus párpados, Ashleigh se concentró en su latido del corazón, sus suaves respiraciones y el ascenso y descenso de su pecho.
Lentamente la oscuridad se volvió luz.
A su alrededor estaba el brillo de la luz del sol que entraba a través de la gran ventana. Parpadeó y miró alrededor de la habitación. La pared que sabía que se abriría para revelar una cocina, el escritorio lleno de monitores. La gran cama en la que habían pasado muchas noches llenas de placer.
Se levantó y miró alrededor de la casa del árbol. Una sonrisa se extendió por sus labios.
Este era su lugar. El lugar donde podían dejar de lado sus deberes, la responsabilidad que pesaba sobre ellos y los mantenía separados. Aquí eran simplemente Caleb y Ashleigh, esposo y esposa, compañeros.