—La imagen de la casa del árbol se desvaneció, dejando a Ashleigh en su habitación del hospital —suspiró al mirar alrededor, ya extrañando la comodidad de su lugar especial.
—Es bueno saber que hay un lugar en el que te sientes a gusto —sonrió Lily.
Ashleigh sonrió.
—Él me hace sentir a gusto —respondió.
Los pensamientos de Ashleigh volvían a Caleb, si estaría bien y cuándo lo vería de nuevo. Pero no podía concentrarse en eso. Necesitaba distraerse.
Pensó en lo que Lily había dicho sobre el poder de la sangre. El poder de su conexión con las hadas.
—Lily, ¿puedo preguntarte algo? —Ashleigh preguntó.
—Por supuesto.
—¿Qué sucederá después de que Lian, Solana y la Diosa... tu madre ya no estén?
Lily guardó silencio. Ashleigh podía sentir la incomodidad de ella ante la pregunta.
—Lo siento —dijo Ashleigh—. No quería–
—Está bien —Lily dijo, apareciendo ante Ashleigh con una sonrisa cálida—. Se sentó al final de la cama —La verdad es que no lo sé.