Ashleigh miró hacia arriba a Bell.
—¿Qué pasó? —preguntó—. ¿Estás bien?
Bell volvió la atención a la línea intravenosa, asegurándose de que todo funcionara correctamente.
—Estoy transfiriendo mi sangre a ti —dijo—. Ambas sabemos lo que hará por ti.
Ashleigh tragó y asintió.
—Me sanará.
Bell asintió.
—Algo ha pasado con las líneas de comunicación entre las manadas —dijo Bell. Ella apretó la mandíbula y detuvo sus movimientos—. No podemos contactar a nadie.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Ashleigh—. ¿Aquí en Invierno? ¿No puedes contactar a Verano?
—No podemos contactar a nadie —dijo Bell, girándose para enfrentar a Ashleigh, nuevas lágrimas se acumulaban en sus ojos—. Nadie tiene señal, nuestros teléfonos, computadoras, ¡los malditos trajes! ¡Ninguno de ellos funciona! ¡No podemos hablar con nadie sin usar los malditos walkie-talkies!
Ella tomó respiraciones profundas, sosteniéndose firme contra el carrito. Finalmente, tragó y se puso derecha.