Después de terminar su llamada con Axel y hablar con Fiona, Galen tomó un profundo respiro. Sus días y noches comenzaban a mezclarse. El tiempo lejos de Verano y su familia pesaba mucho sobre él.
Esa noche, una de las pocas noches que podía dormir, soñó con ellos. Con llevar a Bell y Ren a casa de Verano, viéndola dar órdenes en el hospital como si siempre hubiera sido parte del equipo.
Se imaginaba a Ren creciendo, asistiendo a clases con la Señorita Stacy, y jugando con otros niños en los patios de juegos bañados por el sol.
Soñó con picnics, campamentos y enseñar a su hijo las primeras lecciones de combate. Galen podía ver la sonrisa en el rostro de Fiona mientras le mostraba a Ren las flores que tanto amaba.
Incluso se atrevió a soñar con un futuro más allá de sus expectativas, con una niña en los brazos de Bell.
Galen siempre despertaba sonriendo de esos sueños.
—Beta Galeno —uno de sus hombres llamó desde la entrada de su tienda, sacándolo de sus sueños.