—¡Ashleigh!
Su voz envió una sacudida de energía y calor a su corazón.
Ella quería responderle, pero solo pudo ahogar un grito.
Él corrió a su lado, deslizándose por la tierra y hojas para alcanzarla.
—¡Ashleigh! —gritó Caleb al ver en qué estado se encontraba.
Sus ojos estaban llenos de preocupación y miedo. Tiraba de las raíces con las manos, pero no se inmutaban.
—Te sacaré de aquí —susurró, inclinándose hacia ella y mirándola a los ojos—. ¡Prometo que no dejaré que te pase nada!
Besó la parte superior de su cabeza y luego se inclinó hacia atrás. Trató de sacar su espada a tientas.
—No te muevas —susurró mientras la alineaba para cortar la raíz que estaba envuelta en su boca.
Ashleigh cerró los ojos mientras Caleb daba un golpe medido. Por suerte, la raíz cayó inmediatamente.
Ashleigh inhaló profundamente con un jadeo. Sus pulmones ardían por la necesidad.
Caleb puso sus manos en su rostro con una risa alegre.
—Gracias a la Diosa —susurró, inclinándose para besarla.