Galen salió del bosque. Ante él, las fuerzas combinadas de Verano y Risco Roto luchaban con todo lo que tenían para contener a las invasoras hadas y monstruos híbridos.
Observó cómo un ente envolvía sus raíces alrededor de dos lobos que emitían alaridos de dolor al ser levantados en el aire y agitados sin piedad.
En la otra dirección, dos murciélagos chillaban a uno de los lobos de Verano, haciendo que cayera de rodillas mientras la desorientación de ambos chillidos lo abrumaba.
Y más cerca de la línea de árboles, una de las criaturas rana había inmovilizado a un soldado en el suelo, perforando su hombro con su lengua punzante y procediendo a succionar su sangre mientras ella gritaba debajo.
Galen gruñó y sacó la gran espada negra de su cinturón. La alzó en el aire y con todo su cuerpo, golpeó a la rana, cortándola como si no fuera nada. La bestia cayó al suelo en dos grandes pedazos, ambos aún retorciéndose mientras Galen arrancaba la lengua del hombro de la soldado.