Uno de nuestros mejores

—¡Ayuda! —gritó Axel, mirando hacia el camino del norte. No había pasado mucho tiempo desde que el grupo había ido a encontrarse con la Valkiria. Alguien tenía que escucharlo—. ¡Ayuda, maldita sea!

—Cálmate, chico...

—Jonas... —susurró Axel, volviendo a enfocarse en el hombre que sostenía fuertemente.

Jonas inhaló un débil respiro.

—Estoy... aquí, cachorro —susurró—. Solo un poco... sin aliento.

Tomó un aliento jadeante y silbó de dolor.

—¿Serías tan amable... de sacar eso de... mi espalda...?

—No sé si debería —dijo Axel, mirando la herida, el oscuro charco de sangre alrededor de ella.

—Ambos... sabemos... que esto es todo —dijo Jonas, dando unas palmaditas en el brazo de Axel—. Dentro o... fuera... no me queda mucho...

Axel apretó la mandíbula y cerró los ojos. Luchaba por contener las lágrimas. Alcanzó a tomar la parte posterior de la flecha y la rompió. Jonas soltó un gemido de dolor al hacerlo.

—Ayúdame... a recostarme —susurró Jonas. Su voz se debilitaba cada vez más.