La voz de Alicia se desvaneció mientras la mente de Axel se aclaraba y él abría los ojos.
Alzó la cabeza, mirando a su alrededor y recordando dónde estaba. Aún atado por las gruesas raíces que habían brotado de la tierra, su pierna todavía dolía con el fuego de su infección.
Escuchó los pasos de Román en la nieve acercándose a él.
Román se agachó delante de Axel, sonriendo con suficiencia.
—¿Cómo te sientes, viejo amigo? —preguntó, mirando la herida en la pierna de Axel—. Admito que sabía que tomaría algo de tiempo, pero ahora estoy empezando a impacientarme.
Se inclinó y apretó la pierna de Axel, arrancándole un siseo.
Axel tomó respiraciones suaves mientras el dolor se aliviaba y miró al hombre frente a él.
El diablo de su pasado.
La cicatriz en la cara de Axel le recordaba constantemente el miedo que había sido quemado dentro de él.