Una promesa es vinculante

Para cuando Myka y Peter llegaron al hospital, Sadie ya había despertado. La llevaron directamente a Bell para que la revisara. Pero cuando dijeron que volverían a salir, ella reaccionó de manera inesperada.

La expresión de Sadie se desplomó y las lágrimas brotaron en sus ojos. Finalmente, saltó de la mesa de examen y corrió hacia la puerta para detenerlos.

—¡No se vayan! —dijo Sadie, poniéndose en la entrada para evitar que se fueran.

Peter miró hacia la niña asustada y luego hacia Myka.

Myka inhaló suavemente y luego se arrodilló frente a ella.

—Sayds —comenzó con una sonrisa suave—. Sé que estás asustada, pero Bell estará aquí contigo todo el tiempo.

Sadie sollozó pero no se movió.

—No quiero que te vayas —dijo ella con tristeza.

Myka sintió un fuerte tirón en su pecho al escuchar sus palabras.

—Lo sé —susurró él, extendiendo una mano hacia ella.

Sadie tomó su mano y luego cerró la distancia, abrazándolo fuertemente.