La atracción de la puerta era suave, casi reconfortante. De repente, a Ashleigh le pareció familiar la sensación.
—¿Sabes a qué me recuerda esto? —preguntó ella.
Caleb miró a su alrededor, notando una vez más que parecía como si estuvieran flotando a través de una aventura tecnicolor en el espacio.
—No podría ni comenzar a adivinar a qué te podría recordar esto —se rió.
Ashleigh soltó una risita.
—A nuestra luna de miel —sonrió, echando un vistazo hacia él.
Caleb devolvió la sonrisa.
—Una de las pocas veces que en realidad dejamos nuestra habitación —Ashleigh sonrió con picardía, subiendo su ceja hacia él.
Caleb se encogió de hombros.
—No me arrepiento y no pido disculpas por nada —se encogió de hombros otra vez.
Ashleigh negó con la cabeza, todavía sonriendo.