Hola

Eve

Cuando sentí unas manos pesadas posarse sobre mi hombro, fui arrancada de las visiones.

—Poco a poco, Evie. Todo tendrá sentido pronto —aseguró ominosamente Rhea en mi mente. Aun así, no pude combatir la ola de pavor que me envió un escalofrío por la columna.

—Rojo —la voz de Hades me devolvió completamente a la realidad—. Estás sangrando por la nariz. Tomó un pañuelo para mi nariz mientras el zumbido en mis oídos disminuía. Me giró para que pudiera enfrentarlo, su ceño fruncido, su expresión cargada de preocupación —¿Estás bien? —susurró, limpiándome la nariz.

Conseguí una sonrisa temblorosa, intentando hacer una mueca. Estoy bien.

Voltee mi atención hacia Elliot, solo para encontrarlo observando entre mí y su madre, quien permanecía en el suelo.

La mirada de Felicia seguía fija en mí como si anticipara que me lanzaría sobre ella otra vez. No le prestaba atención a su hijo.