—El sentimiento no es mutuo —respondí fríamente, mirando detrás de él.
Él lo entendió. —Estás buscando a mi hermano. Está en la cocina. Cocinó la comida. —Su respuesta fue ligera, casi conversacional, de una manera que me habría desarmado si no estuviera tan paranoica como un gato salvaje en una jaula de lobos.
—No me importa quién la cocinó —dije secamente—. No voy a comer nada que cualquiera de ustedes haya tocado.
Rook no se mostró sorprendido. Si acaso, parecía... cansado. Como si lo hubiera esperado.
—Nos lo imaginamos —dijo. La mandíbula de Rook se tensó, un leve parpadeo de algo indescifrable cruzó su rostro.
—Te quiero viva —dijo simplemente.
Parpadeé, sorprendida solo por un segundo, no por las palabras, sino por la forma en que las dijo. No era justo. No era lamentable. Simplemente... era un hecho. Como si eso fuera todo.
—Puedo darle un bocado a la comida si es lo que necesitas —añadió, asintiendo hacia la bandeja.