—Zara, ¿estás bien?
—¿Por qué no iba a estarlo?
—Porque esta es la tercera vez hoy que tienes un orgasmo.
—¿Y qué?
—Mira. No estoy diciendo que sea algo malo. Solo quiero asegurarme de que estás bien —suspiró Snow.
—Estoy bien. Eres una bestia en la cama, pero puedo manejarlo. Además, ¿quién dijo algo sobre terminar el día? —me reí.
—Eres traviesa, ¿verdad? —Snow sonrió, una chispa de travesura brillando en sus ojos.
—Solo cuando estoy contigo —lo provoqué.
—Bueno, no puedo decir que me moleste.
—Mejor que no. Ahora, bésame.
—Él rió, sus labios capturando los míos en un beso ardiente. Nuestro beso continuó y antes de darme cuenta, me giró, intercambiando nuestras posiciones.
—Con él encima, Snow deslizó su pene en mí y me folló de nuevo. Cada embestida hacía que mi cuerpo vibrara y temblara.
—¡Aaaah, Snow!
—Shhh, todavía no, amor.