Hora de Tender la Mano

CAPÍTULO 460

~Punto de vista de Zara~

Dos días después…

El viaje en coche a la casa del grupo de mi madre fue tranquilo, pacífico incluso. El paisaje de árboles sinuosos y montañas distantes no hacía nada por calmar el pulso ansioso en mi pecho. Había algo en volver a casa—al lugar donde fui criada, donde una vez soñé con la paz—que hacía que todo se sintiera más real. La guerra ya no era un pensamiento inminente. Estaba respirando en nuestras nucas.

Las puertas se abrieron ante mí, dos guardias asintiendo en señal de respeto mientras me acercaba. Mi madre, Luna Zaria, estaba en la entrada ya esperando, con los brazos cruzados, mientras su largo abrigo rozaba sus tobillos con el suave viento. Sus ojos azules, agudos, se posaron en mí antes de suavizarse.

—Zara —suspiró con una pequeña sonrisa, abrazándome firmemente y con consuelo—. Has perdido peso.

Solté una leve risa.

—Culpa a la guerra que se avecina y la resurrección.

Se apartó, estudiándome.