El día empezó siendo un caos. Me despertaron los mensajes que traían la localización de la nueva residencia y el laboratorio, junto con sus respectivos códigos de acceso.
Tuve que levantarme temprano y arreglarme para ir a inspeccionar el lugar, además de averiguar cómo llegar hasta allí. Al seguir el rastro, noté que estaba en una zona apartada del centro de la academia. No demasiado lejos de la cafetería favorita de Fleim. Fue mientras pasaba frente a ella que mi estómago se estremeció de hambre. Recordé que era una de las mejores cafeterías de la Ciudad Academia.
Al entrar a comer, me di cuenta de que estaría caminando bastante tiempo hasta el nuevo lugar, y por impulso terminé llamando a Fleim para que me acompañara y ayudara con la inspección. A fin de cuentas, él también viviría allí. Tardó casi treinta minutos en llegar, mientras yo aprovechaba para desayunar un postre de polvo y caramelo con un jugo natural de listin.
El primer piso era un enorme contraste con los inferiores. Había un espacio amplio que se dirigía directamente desde la puerta de entrada hasta el ascensor, formando un pasillo.
En este piso había un salón, una recepción, una cocina, dos baños, un bar, y dos almacenes de alimentos, además de una sala de entretenimiento. Las divisiones de espacio estaban hechas de cristales transparentes, los cuales se podían modificar para aislar salas o proyectar paredes con distintas temáticas. A eso se sumaban los grandes ventanales en las paredes exteriores.
Debido a que la configuración base era de transparencia, se podía ver todo el piso desde el ascensor. Fue mientras inspeccionaba las separaciones que Fleim estalló en carcajadas. Su escándalo llamó mi atención: era una risa fuerte e incontrolada. Intenté calmarlo mientras le preguntaba qué le pasaba.
Comenzaba a preocuparme cuando se estrelló contra la pared del ascensor para luego deslizarse hasta el piso de este.
Después de atragantarse con su propia saliva y toser bastante, logró decir:
—Perdón… es que… ¡los baños tienen las mismas paredes de cristal transparente holográfico! Y conociendo lo torpes que podemos llegar a ser en algunas ocasiones… se crearán situaciones muy vergonzosas.
A medida que hablaba, su voz y su respiración se iban calmando.
Claro, debido al susto de la situación, Fleim se había estado aferrando a mí, ya que me apresuré a sostenerlo para evitar el impacto de la caída. Ahora seguía aferrado a mí con fuerza, aún jadeante, con el rostro rojo, pupilas dilatadas, tiritando un poco y peligrosamente cerca.
"Fue en ese entonces que me di cuenta del infierno en el que me había metido. Y aunque recuerdo esos primeros años con cariño, también los recuerdo como un tormento de hormonas, emociones locas, malentendidos... además de las ganas de provocar algún accidente a Lin para mandarla lejos."
Después de que Fleim se calmó y por fin pudo ponerse de pie, presioné el acceso al siguiente piso.
El segundo piso correspondía a las habitaciones. A diferencia de los pisos anteriores, este tenía un área común alrededor del ascensor, rodeada por ocho habitaciones.
En cuanto se abrió la puerta del ascensor, Fleim salió corriendo por el espacio vacío hacia una de las habitaciones. Tuve que ir tras él para evitar que se metiera en algún problema. Cuando logré alcanzarlo, ya estábamos frente a una de las puertas.
Era un espacio bastante amplio, mucho más grande que las habitaciones de la residencia.
La habitación era enorme; recuerdo que mi primera impresión fue que mi antiguo laboratorio cabría allí... y aún quedaría espacio.
Las paredes eran pantallas temáticas, los ventanales cubrían toda una pared y daban acceso a un balcón que rodeaba todo el piso, conectando con las otras habitaciones. En una de las paredes había dos puertas. Mientras Fleim corría a ver el balcón, yo fui a revisar qué eran. Una era un armario de seis metros cuadrados, y la otra, un baño privado.
Fue mientras revisaba las luces que escuché a Fleim gritar. Corrí hacia el balcón a ver qué había sucedido, y me encontré con un Fleim lagrimoso tratando de volver a entrar a la habitación.
Al parecer se había quedado afuera, y me llamaba entre lágrimas para que lo dejara entrar.
Cuando llegó, me atrapó con la cara —y parte de la ropa— cubierta por el polvo del dulce. En cuanto me vio, su rostro se puso rojo y estalló en carcajadas. Fue entonces cuando lo observé bien. Llevaba su típica ropa blanca, solo que más abregada por el frío que había dejado la tormenta del día anterior. Esta vez, su sudadera era de un celeste pastel. Me molestó un poco, porque me recordaba —hasta cierto punto— al vestido de Lin, y de forma inconsciente terminé cambiando su color a plata. La magia ambiental era demasiada, y los desórdenes de magia instintiva habían estado causando estragos desde entonces. Al menos estaba feliz de haber logrado envasar y aislar todo en el laboratorio antes de que comenzara a llover.
Me dio risa que él no se diera cuenta del cambio de color hasta después de que se sentó a comer. Terminé saludándolo con algo de ánimo y preguntando cómo iba todo.
—Bien, en realidad. Tenía un poco de miedo por lo del cegamiento del nacimiento de “7” —así le asignaron—, pero los escaneos y las revisiones de su estado están bien, así que no habrá ningún problema.
El tono de voz era aliviado y tranquilo. Mientras hablaba, llegó su pedido. Los robots camareros se habían puesto de moda hace algún tiempo, y la mayoría de las personas les daba la forma que deseaban. Me sorprendió que, a pesar de la acumulación mágica, aún estuvieran funcionando en la cafetería.
Había pedido una bebida energética cálida. “Siglos después, en una visita a la Tierra, me di cuenta de que era muy similar al café con caramelo y miel.”
Seguimos conversando mientras comíamos, un poco de todo: desde lo que fue empacar, hasta lo que esperábamos del nuevo lugar y sus instalaciones. Terminamos comiendo de más, y antes de que se hiciera tarde, salimos.
El camino estuvo tratado de una calidez suave y una sensación de anticipación. Estaba mucho más lejos de lo que pensaba. Además, los terrenos del jardín eran bastante grandes, y nos tomamos alrededor de media hora para llegar al edificio.
El edificio era hermoso, rodeado de jardines de lirios, con pequeños estanques de lolutuz y árboles de lustan . Tenía cuatro pisos de altura, y desde el exterior daba la impresión de estar hecho de cristal, con un interior blanco iluminado por luces de neón celeste. Al principio, el color de la luz me molestó un poco, pero al final me di cuenta de que combinaba perfectamente con las flores del jardín. Desde afuera se notaban balcones en todo el segundo piso, y el último tenía un techo transparente.
Fue todo un trámite entrar. Al momento de procesar los códigos de acceso, tuvimos que cambiarlos de inmediato. Se demoró un poco, pero cuando por fin entramos a la sala principal, quedamos maravillados. Era espaciosa, con grandes ventanales y una sensación de amplitud. Las pocas paredes eran blancas con detalles en plata. Las luces principales, blancas, estaban apagadas, mientras que las luces de neón celeste iluminaban el lugar con suavidad.
En medio del primer piso había un ascensor transparente, que era el único acceso a los demás niveles. Al entrar, nos dimos cuenta de que el edificio tenía dos niveles subterráneos además de los cuatro pisos superiores. Decidimos comenzar desde abajo hacia arriba.
El nivel -2 era un espacio cuadrado grande, dividido en cuatro almacenes aislados, protegidos por runas, jeroglíficos, múltiples lenguas mágicas y materiales especiales. Tuve que revisar los signos en las paredes aislantes y sus materiales, pero como no soy experto en idiomas mágicos, sabía que tendría que contactar a alguien para inspeccionar adecuadamente el aislamiento y crear una barrera mágica alrededor de la propiedad. No podíamos arriesgarnos a que una explosión o accidente se filtrara al exterior.
“En ese momento recuerdo haber querido tirarme en un rincón… porque solo conocía a una persona que sabía todas esas lenguas y dialectos, en quien confiaba lo suficiente como para guardar el secreto… pero que realmente no quería que conociera a Fleim.”
Aunque la mayor parte de los almacenes estaba vacía, aún conservaban estantes y secciones para guardar máquinas y artefactos. Cada vez que hablábamos, nuestras voces hacían eco. Con todo el espacio libre que había, solo podía pensar que, cuando las cosas comenzaran a acumularse, sería todo un lío salir… y probablemente alguno de nosotros se perdería dentro.
Después subimos al nivel -1, un laboratorio mágico dividido en varias secciones. Al salir del ascensor había una zona de descontaminación que lo rodeaba. En ese piso había un baño, una habitación, un laboratorio de pociones, una biblioteca, un estudio, un laboratorio de hechizos, una sección de experimentación mágica, un laboratorio de alquimia y un área de arismancia y composiciones mágicas.
Allí casi nos perdimos. Me distraje revisando nuevamente las paredes para verificar qué tan efectivo era el aislante mágico. Fue entonces cuando escuché la voz de Fleim desde una de las salas, su tono haciendo eco en las paredes:
—Es bueno que la sección mágica esté aquí abajo.
Sabía a lo que se refería, pero aún así le pregunté por qué. Su voz, amplificada por el eco, parecía venir de todas partes. Me hipnotizó un poco mientras respondía:
—Es porque la tierra tiende a absorber los excesos de magia, y aunque los libera durante la noche, creo que eso se regula con los escritos en las paredes.
Solo asentí con un murmullo, pero incluso ese pequeño sonido resonó en todo el piso. Terminamos de revisar el lugar y nos reunimos de nuevo en el ascensor. Fleim se veía feliz; Le había encantado el laboratorio mágico.
El primer piso era un enorme contraste con los inferiores. Había un espacio amplio que se dirigía directamente desde la puerta de entrada hasta el ascensor, formando un pasillo.
En este piso había un salón, una recepción, una cocina, dos baños, un bar, y dos almacenes de alimentos, además de una sala de entretenimiento. Las divisiones de espacio estaban hechas de cristales transparentes, los cuales se podían modificar para aislar salas o proyectar paredes con distintas temáticas. A eso se sumaban los grandes ventanales en las paredes exteriores.
Debido a que la configuración base era de transparencia, se podía ver todo el piso desde el ascensor. Fue mientras inspeccionaba las separaciones que Fleim estalló en carcajadas. Su escándalo llamó mi atención: era una risa fuerte e incontrolada. Intenté calmarlo mientras le preguntaba qué le pasaba.
Comenzaba a preocuparme cuando se estrelló contra la pared del ascensor para luego deslizarse hasta el piso de este.
Después de atragantarse con su propia saliva y toser bastante, logró decir:
—Perdón… es que… ¡los baños tienen las mismas paredes de cristal transparente holográfico! Y conociendo lo torpes que podemos llegar a ser en algunas ocasiones… se crearán situaciones muy vergonzosas.
A medida que hablaba, su voz y su respiración se iban calmando.
Claro, debido al susto de la situación, Fleim se había estado aferrando a mí, ya que me apresuré a sostenerlo para evitar el impacto de la caída. Ahora seguía aferrado a mí con fuerza, aún jadeante, con el rostro rojo, pupilas dilatadas, tiritando un poco y peligrosamente cerca.
"Fue en ese entonces que me di cuenta del infierno en el que me había metido. Y aunque recuerdo esos primeros años con cariño, también los recuerdo como un tormento de hormonas, emociones locas, malentendidos... además de las ganas de provocar algún accidente a Lin para mandarla lejos."
Después de que Fleim se calmó y por fin pudo ponerse de pie, presioné el acceso al siguiente piso.
El segundo piso correspondía a las habitaciones. A diferencia de los pisos anteriores, este tenía un área común alrededor del ascensor, rodeada por ocho habitaciones.
En cuanto se abrió la puerta del ascensor, Fleim salió corriendo por el espacio vacío hacia una de las habitaciones. Tuve que ir tras él para evitar que se metiera en algún problema. Cuando logré alcanzarlo, ya estábamos frente a una de las puertas.
Era un espacio bastante amplio, mucho más grande que las habitaciones de la residencia.
La habitación era enorme; recuerdo que mi primera impresión fue que mi antiguo laboratorio cabría allí... y aún quedaría espacio.
Las paredes eran pantallas temáticas, los ventanales cubrían toda una pared y daban acceso a un balcón que rodeaba todo el piso, conectando con las otras habitaciones. En una de las paredes había dos puertas. Mientras Fleim corría a ver el balcón, yo fui a revisar qué eran. Una era un armario de seis metros cuadrados, y la otra, un baño privado.
Fue mientras revisaba las luces que escuché a Fleim gritar. Corrí hacia el balcón a ver qué había sucedido, y me encontré con un Fleim lagrimoso tratando de volver a entrar a la habitación.
Al parecer, cuando salio a ver como era la vista desde el balcón, el ventanal se serró automáticamente y como no tenia el código de acceso se había quedado atascado afuera.