Preparativos

Los catorce días antes de mudarnos fueron un caos. Tenía que empacar las cosas de mi habitación: ropa, computadora, libros, escáneres personales, y todas las cosas que mis padres y hermanos me habían enviado, las cuales ocupaban gran parte del cuarto. No fue tan molesto como empacar todo ese caos organizado.

Lo más molesto era que, debido a la maquinaria delicada que poseía, no podía usar magia para empacar.

El primer día fue tranquilo, decidí tomarlo con calma... aunque eso duró poco. Fleim me llamó veinte minutos después, preguntando si tenía cajas para empacar. Tuve que decir que no, aunque recuerdo haberle dicho que usara magia de transmutación para crear algunas.

Lo único que saqué de eso fue que me pidiera que le hiciera algunas, ya que no era su especialidad. Claro, yo aprendí bastantes tipos de magia gracias a mis hermanos, el par que son gemelos, pero nunca había pensado que eso fuera algo muy especial.

"Después de mudarnos al laboratorio, me di cuenta de mi falta de sentido común con algunas cosas."

Cuando fui a llevárselas, terminó invitándome a que le ayudara un poco a empacar. Al principio me negué, no fuera a pasar que mi mente se fuera por la cuneta... maldita pubertad. Pero después de un rato de su insistencia, terminé cediendo.

El lugar era bastante bonito. Casi sin tecnología, me recordaba mucho al ala este de la casa de mis padres. “Si preguntaras a qué se parecía, yo diría ahora que es una mezcla entre casa de hadas, casa encantada, cabaña de campo y un toque ciberpunk.”

Con muebles temáticos de árboles, plateados, con luces y líneas; el piso era una alfombra florida, el techo tenía luces de estrellas y nebulosas dibujadas en él. En una de las paredes se veía la puerta al baño privado, y al lado, la puerta del ropero. En medio de la habitación había una almohada gigante en lugar de cama.

Todo se vería normal si no fuera por el increíble desorden que había por todos lados. Me sorprendió bastante que ni siquiera el pequeño sector junto al ventanal —que tenía sillas y una mesita para recibir visitas— se salvara del caos. Solo pensé que esto se parecía a él: fantástico, lindo, y todo un caos al mismo tiempo.

Cuando se percató de que me había quedado en la puerta observando todo el desastre, se puso rojo de vergüenza. Claro, nuestra raza suele tener un “desorden organizado” y todo eso, pero solemos ordenar cuando hay visitas. Me dio risa darme cuenta de que no tenía planeada mi visita, y no pude evitar reír burlándome de él.

Estaba enojado, y si no fuera porque me moví hacia adentro esquivando su empujón hacia fuera, estoy seguro de que me habría sacado de la habitación. Mientras me perseguía tropezando con sus cosas para echarme, yo pasaba ágilmente sin chocar ni desordenar nada, mientras me reía de forma burlona.

Solo me detuve cuando Fleim cayó y terminó enredado entre frazadas, ropa y cuerdas.

Estaba rojo y refunfuñaba. No pude aguantar más la risa y terminé cayendo al lado de Fleim Souga. Mi risa era histérica. Quedamos atrapados en un ciclo donde yo me reía, y él se retorcía, provocando que yo me riera más, y él se molestara aún más, retorciéndose más también.

Después de unos minutos, Fleim se cansó y comenzó a sollozar, haciendo que yo parara de reír y finalmente pudiera ayudarlo. Poco a poco comencé a desenvolverlo del capullo. A medida que quitaba las capas, sus sollozos se escuchaban con mayor claridad.

Cuando por fin pude despejar su cabeza y parte de sus brazos, vi su rostro lloroso: ojos brillantes llenos de lágrimas, mejillas sonrojadas, y haciendo pucheros.

No pude resistirme y terminé abrazándolo, meciéndolo en mis brazos para calmarlo. Esa reacción había sido bastante extraña, así que mientras lo consolaba, terminé de desenredar su parte superior. Y a medida que más lo liberaba, más se acurrucaba en mi regazo. Cuando sus brazos estuvieron libres, terminó por abrazarme con fuerza, y sus sollozos se transformaron en un llanto en toda regla, con dificultad para respirar y todo.

Me quedé allí, abrazándolo por bastante tiempo, hasta que se calmó y se quedó dormido en mi regazo, agotado por completo.

“Debí haberlo despertado y preguntado qué sucedía, pero no lo hice... hasta la mañana siguiente, cuando se despertó.”

Esa mañana fue la primera vez que desperté a su lado.

Claro, aunque es el primer recuerdo que tengo de verlo despertar, solo puedo decir que era un bastardo adorable.

Ojos un poco hinchados por el llanto del día anterior, un puchero constante por la luz que entraba por el ventanal abierto, el cabello desordenado, mejillas rojas y, de vez en cuando, bostezando.

También está el hecho de que la razón por la que desperté junto a él fue porque no me soltó en doce horas, y yo solo quería ir al baño. Me sorprendió su fuerza de agarre.

—Despierta, cosa adorable… ¿puedes soltarme? Quiero ir al baño —le susurré con suavidad.

Me dolían varias partes del cuerpo, pero agradecí que durmiéramos sobre una almohada gigante con mantas esponjosas. Anoche hice que rodáramos hasta allí, y aun así no me soltó.

A pesar de que le hablé, no me soltó. Tuve que pellizcarle las mejillas para que despertara lo suficiente y me dejara ir.

Lo gracioso fue que, luego de hacerlo, logró abrir los ojos lo bastante como para darse cuenta de que aún me abrazaba… y que estaba demasiado cerca de mí.

En cuanto su cerebro procesó la situación lo suficiente como para reaccionar —y vaya reacción—, chilló, me soltó de golpe y rodó lejos, volviendo a enredarse en las mantas. La soga Fleim había vuelto.

Solté una carcajada, pero tuve que ponerme de pie y correr al baño enseguida, sin disfrutar demasiado de la escena.

Cuando ya estaba listo y limpio, salí del baño. Frente a mí, había una pelota de mantas rodando por la habitación, causando más destrozos. Me acerqué para detenerla.

—¿Fleim, me oyes? —pregunté con voz un poco más alta de lo normal.

Pero igual me escuchó. En cambio, yo apenas pude oír su voz amortiguada por tanta tela:

—Shiiiii...

—¿Hay algo que se eche a perder si uso magia?

—N... nooo...

Reí un poco por la situación en la que se encontraba. Terminé parándome a unos pasos de la esfera de tela y chasqueé los dedos.

Un círculo mágico lo hizo flotar y comenzó a desarmar el bulto. A medida que las telas se desenrollaban, se iban doblando solas en un rincón de la habitación.

Al terminar de desenredarse, Fleim quedó flotando a metro y medio del suelo. Cuando el hechizo terminó, lo atrapé al vuelo.

Volvimos a terminar en un abrazo… solo que esta vez él estaba sonriendo, emocionado.

Estuvo durmiendo un buen rato, con la cabeza sobre mi regazo, y yo tampoco quería moverme. Su rostro parecía tan pacífico, aunque sus ojos aún estaban ligeramente hinchados y rojos, sus mejillas mostraban una leve irritación, y su labio estaba partido y enrojecido de tanto morderlo.

Varias veces durante ese tiempo pensé en robarle un beso, pero el miedo a despertarlo ganó. Además, me sentiría culpable después, así que simplemente me quedé a su lado, acariciándole la cabeza.

Fue casi al mediodía que despertó. Yo también había dormido un rato, aunque pasé la mayor parte del tiempo jugando con formas mágicas que hacía bailar en mi mano. También estuve transmutando la basura de la habitación en flores de cristal. Así que cuando Fleim abrió los ojos, la habitación estaba llena de luces arcoíris, provocadas por la luz del sol atravesando las flores.

Sus ojos se abrieron lentamente, aún pesados de sueño. Al sentir que se movía, detuve la magia y dirigí mi mirada hacia él. Le sonreí suavemente:

—Ya despertaste. ¿Vamos a comer? Se está haciendo tarde.

Su mirada parecía distraída y su cuerpo aún se movía con lentitud. Cuando por fin se sentó correctamente, se quedó mirando mi rostro por un instante... y luego sonrió de la nada. Me dejó desconcertado, pero enseguida ambos reímos cuando, de pronto, nuestros estómagos sonaron al mismo tiempo.

—Será mejor que vayamos a comer —dije entre risas, mientras me ponía de pie y extendía la mano para ayudarle.

—Gracias —respondió él mientras aceptaba mi mano para levantarse.

Fue entonces cuando se percató de la enorme cantidad de flores de cristal en la habitación.

—Wow... es hermoso.

Sus ojos reflejaban los prismas de luz como si fuesen espejos. Se veía encantador. Pero antes de que pudiera responderle algo, mi estómago volvió a sonar, así que terminamos saliendo al comedor más cercano.

Después de comer, la tarde fue tranquila. Al regresar a su habitación, le transmuté algunas cajas para que pudiera empezar a empacar sus cosas.

Cuando ya me marchaba, Fleim me detuvo y me entregó una de las flores de cristal. Luego entró apresurado a su habitación.

Aún conservo esa flor. Era un lolutuz de cristal rojo. Está en mi escritorio.

Los días siguientes fueron bastante tranquilos. Tuve que mover todas las cosas delicadas de mi habitación a un rincón para poder llevarlas más fácilmente a la plataforma de transporte el día del cambio. Tres días antes de la mudanza, tocó ordenar el laboratorio.

Ese día fue un completo caos. Estuve todo el día corriendo de un lado para otro, moviendo cajas, trasladando los experimentos a envases seguros, y haciendo todo a mano. Al final del día estaba exhausto.

Justo cuando terminaba de sellar uno de los experimentos, mi pulsera recibió una llamada.

Diré que esa llamada fue el comienzo del fin.

Mientras la recibía, varias computadoras comenzaron a lanzar alertas de emergencia. No sabía qué hacer, pero al ver que la llamada era de Fleim, terminé contestando.

Y ahí estaba yo, rodeado de luces rojas por las alarmas, recibiendo una llamada de quien amaba. Su voz era suave, pero cargada de angustia:

—Mi madre está de parto.

Su voz se quebró en la última palabra.

Me sorprendí. Tomé mi abrigo y salí corriendo hacia su habitación. La razón principal por la que no revisé a fondo las alarmas fue que, aunque eran de advertencia, no marcaban errores graves, solo anomalías de energía. Y yo había sentido algo de magia en el ambiente, así que pensé que era eso.

Al día siguiente, cuando regresé al laboratorio, supe que había sido energía temporal. Se detectaron múltiples señales similares en todo el planeta.

Creo que debí haber prestado más atención… pero en ese momento solo me importaba Fleim. Y tampoco sabía el caos que vendría con todas esas señales.

Mientras corría hacia su habitación, comenzó a llover. Recuerdo que chasqueé los dedos para invocar una burbuja repelente de agua. Aun así, mi cabello brilló con la luminosidad del líquido por un buen rato.

Me demoré unos diez minutos en llegar, aunque normalmente toma treinta. Toqué la puerta, y Fleim la abrió inmediatamente. Me miró unos segundos antes de lanzarse a abrazarme, haciendo que retrocediera un par de pasos. Le devolví el abrazo, acariciando suavemente su espalda para calmarlo. Luego lo empujé un poco, lo justo para entrar y cerrar la puerta.

No quería que nadie lo viera en ese estado, tan vulnerable, llorando en mis brazos.

Su habitación estaba ordenada. Todo guardado en cajas y maletas. Pude ver que una de las cajas contenía las flores de cristal que le había hecho. Lo único que no estaba empacado era su “cama”: la enorme almohada en el centro, con las más pequeñas ordenadas como cabecera y las mantas extendidas.

Fleim seguía abrazándome, sollozando contra mi pecho. Tardó un buen rato en calmarse, y cuando por fin paró de llorar, tomó mi mano, me llevó hasta su almohada gigante y me sentó en ella, para luego sentarse en mi regazo, con las piernas a cada lado.

Quedé en shock unos segundos. Se me pasó cuando volvió a abrazarme con fuerza, llorando de nuevo, temblando entre mis brazos. Solo podía abrazarlo más fuerte y decirle que todo estaría bien, que yo estaría allí mientras me necesitara.

Poco después, la academia anunció una tormenta repentina. Nos pidieron quedarnos en el edificio más cercano y ordenaron que los NIF distribuyeran alimentos a través de la red interna.

Pedí una ensalada con carne y unas frituras. Fleim pidió comida picante. Fue algo gracioso: su plato tenía un color azul intenso y burbujeaba. Solo el aroma me hizo arder la nariz y la garganta. Eso pasa cuando no especificas bien lo que quieres.

Durante el almuerzo, estábamos tranquilos, uno al lado del otro, mientras el viento y la lluvia golpeaban con fuerza. Las luces en el agua hacían que el vidrio de la ventana pareciera una pintura en movimiento. Mi cabello y ropa aún algo húmedos hacían juego con la decoración.

—Deberías ir al baño a secarte —me dijo Fleim, observándome—. Estás empapado.

En efecto, había dejado unas gotas decorando el suelo. Parecían pequeñas luces. Terminé de comer rápidamente y fui a secarme un poco. Al salir, aún tenía un ligero brillo, pero ya no goteaba maná.

Fleim seguía comiendo lentamente. Su rostro rojo y su respiración agitada me hicieron alegrarme de que aún tuviera la temperatura baja por el agua. Terminé usando un leve hechizo suavizante de sabor.

Él me miró con cierta sorpresa, y luego, tras dar otro bocado, me dio las gracias con timidez.

Me senté a su lado y activé el holograma de las cámaras exteriores, a las que todos tenemos acceso en caso de emergencia. Me sorprendió el caos afuera: la lluvia era intensa y continua.

—Los NIF estarán sobrealimentados por un tiempo —comentó Fleim de repente, sobresaltándome. Habíamos estado muy callados.

Aún quedaban varias horas antes del anochecer.

—Espero que pare pronto… esto es inusual, más en esta zona.

Me miró algo extrañado y me hizo un gesto para que volviera a sentarme junto a él. Observaba la proyección de las cámaras, especialmente la zona de mensajes de la red.

—Todo estará bien. La magia no es tan inútil como crees —le dije con una sonrisa de apoyo—. Usamos más la tecnología porque es más eficiente para viajar en el espacio. Además, nuestra investigación puede ayudar con este tipo de casos también.

Lo abracé y comencé a contarle historias tontas del laboratorio. Nunca hablo de casa… ni de los maníacos que veo cada vacaciones.

Poco a poco fue relajándose. Su cuerpo lucía agotado. Entonces noté sus ojeras, su piel más pálida de lo normal. Terminó apoyando su cabeza en mi hombro, y aproveché para acostarlo en su enorme almohada.

Cuando me enderezaba para salir, me agarró del brazo.

—Por favor, no me dejes.

Su voz sonaba cansada, a punto de romperse.

Terminé acostándome a su lado. Pasó el resto de la tarde y la noche durmiendo con la cabeza en mi pecho, acurrucado entre mis brazos.

A las cinco de la madrugada, su pulsera recibió una llamada de su abuelo. Fleim se despertó de golpe y contestó al instante. El bebé había nacido. Ahora Fleim era un hermano mayor… de una pequeña niña de cabello rojo.

La preocupación desapareció de su rostro. Y en cuanto colgó, volvió a acomodarse en mis brazos.

Mientras él dormía de nuevo, yo miraba la ventana. La lluvia comenzaba a detenerse, poco a poco.

Ahora sé que debí investigar esas señales. Pero en ese momento… solo quería que Fleim estuviera bien.

A la mañana siguiente, tuve que regresar al laboratorio a empacar. Me demoré bastante, pero antes de que anocheciera ya estaba todo listo para el traslado.

Souga: es como se denomina al capullo de las luminas. Durante las estaciones frías, se envuelven en capullos de colores gélidos y entran en hibernación.

Edens: tienen una baja tasa de natalidad, problema que fue resuelto gracias a la matriz genética. Sin embargo, en los escasos embarazos naturales que ocurren, la gestación dura aproximadamente 12 meses.

Oniria (medida de tiempo): debido a ciertas circunstancias, utilizan un sistema de tiempo particular.

1 minuto = 120 segundos

1 hora = 120 minutos

1 día = 48 horas

1 semana = 14 días

1 mes = 8 semanas

1 año = 24 meses

Lolutuz: flor originaria de Oniria, de colores rojos y azules. Representa la unión, el destino y los lazos. Nace en estanques de agua dulce y tarda aproximadamente 100 años en florecer por primera vez. Es una de las flores más longevas en floración, con un periodo de hasta 15 años en flor. Sus pétalos son grandes, en forma de copa ancha, con tres capas que flotan sobre el agua.

Oniria (ambiente): en la mayoría de las ciudades se programan días lluviosos. Debido a la alta concentración mágica del ambiente, muchos elementos se ven afectados, especialmente el agua y la tierra. El exceso de magia en la tierra hace que las plantas crezcan más fuertes y emitan luminosidad. El agua, por su parte, tiende a brillar durante las lluvias, así como en algunos lagos o ríos con alta concentración mágica, dejando un tinte brillante con reflejos donde cae. Las ciudades controlan el clima mediante magia, estableciendo horarios específicos. Rara vez llueve de manera espontánea.

Nif: especie originaria de Oniria. Son pequeños gólems de madera con forma humanoide, similares a muñecas. Se consideran una especie simbiótica, ya que se alimentan del exceso de magia de las criaturas. Por ello, se utilizan en la academia y en algunas ciudades para regular la magia ambiental y apoyar en tareas de limpieza, especialmente en lugares donde los robots no son eficientes.