Morgan tomó aire y lo dejó salir, logrando calmarse un poco. Entonces, volteó a su alrededor, observando toda la destrucción que había causado.
-¿Qué... qué pasó?
(preguntó Morgan, su voz estaba llena de confusión)
Mientras analizaba todo lo que estaba a su alrededor, su mirada finalmente se topó con el cuerpo sin vida de Zorath. El estado en el que había quedado ese ser lo dejó completamente consternado.
El impacto fue tan fuerte que Morgan, aterrorizado, se arrastró hacia atrás rápidamente para alejarse del cuerpo. Con una voz temblorosa, preguntó:
-¿Qué fue lo que pasó? ¿Quién hizo esto?
-¿No lo recuerdas? Fuiste tú.
(respondió Iliana, confundida)
La cara de Morgan se puso pálida al escuchar que él era quien había dejado en ese estado tan horrible al Zorath. Con un poco de temor, preguntó:
-¿Fui yo?
-¿En serio no recuerdas qué fue lo que pasó?
Iliana no entendía cómo es que Morgan decía no recordar lo que había hecho, pero al ver su rostro, comprendió que él no mentía. De verdad no sabía lo que había pasado. Entonces, se acercó a él, se puso a su lado y trató de calmarlo.
-¿Qué es lo último que recuerdas?
preguntó Iliana, intentando con toda su dulzura que Morgan se tranquilizara.
Morgan se agarró la cabeza, desesperado, intentando recordar lo que había hecho.
-Yo... yo solo recuerdo que estaba sentado en la roca. Luego, el suelo comenzó a temblar, y corrí a ver qué era. Vi a Adán y Ariel a punto de ser aplastados por ese monstruo, y corrí para intentar ayudarlos. Pero cuando estaba a punto de aplastarnos, todo empezó a pasar más lento. Solo pensé que tenía que ayudarlos, que debía salvarlos... y después... nada. No recuerdo nada más, todo se volvió negro.
Nuevamente, Morgan comenzó a alterarse. Parecía haber hecho algo terrible, pero no lograba recordarlo. En ese momento, el padre de Iliana apareció repentinamente y, al ver el estado del joven, se acercó para revisarlo.
-¿Qué pasó?
(preguntó Adán, preocupado)
-No lo sé... se despertó y dice que no recuerda nada.
(dijo Iliana, sin saber qué hacer)
Adán le tocó la frente a Morgan y notó que su temperatura se estaba elevando. También se dio cuenta de que él no dejaba de mirar el cuerpo de Zorath con horror.
-Será mejor que nos alejemos de aquí.
(dijo Adán, mientras levantaba a Morgan)
Adán se apresuró a levantar a Morgan y a llevarlo de allí para que pudiera calmarse. Los tres se adentraron un poco en el bosque. Ariel, que estaba recolectando agua, vio a su esposo cargando a Morgan, que se veía bastante mal, así que rápidamente se acercó a ayudarlo. Lo sentaron sobre una piedra, y Ariel le ofreció un poco de agua.
-Toma, bebe esto.
(dijo Ariel, con una voz tranquila)
Morgan, con las manos temblorosas, tomó el recipiente y comenzó a beber lentamente.
-¿Qué le pasó?
(preguntó Ariel, preocupada)
-No lo sé, solo dice que no recuerda nada y se puso así cuando Iliana le dijo que él fue quien acabó con él.
(respondió Adán, confundido)
Ariel tomó las manos de Morgan y notó cómo estaban temblando con fuerza.
-Ey, mírame... mírame.
(dijo Ariel con firmeza)
Morgan levantó la cabeza y la miró a los ojos.
-Respira profundo y exhala... mírame y haz lo mismo.
(ordenó Ariel, respirando lentamente)
Ariel comenzó a respirar y a exhalar repetidamente. Morgan, lentamente, empezó a imitarla.
-Eso, así... despacio... despacio.
(dijo Ariel, amablemente)
Poco a poco, Morgan fue recuperando la compostura, y se fue calmando. Le tomó un tiempo, pero finalmente logró tranquilizarse.
-Bien, bien hecho.
(dijo Ariel, sonriendo)
En todo momento, Ariel no dejó de sujetar las manos de Morgan, solo las soltó cuando vio que él ya se encontraba mejor.
-Ya vengo. Tengo que hablar con mi esposo de algo.
(dijo Ariel, levantándose y llevándose a Adán un poco más lejos para que no los escucharan)
Iliana se acercó a Morgan, se sentó a su lado, y con una voz dulce, le preguntó:
-¿Ya estás mejor?
Morgan la miró, y a pesar de que su voz parecía transmitirle dulzura, ella mostraba una profunda preocupación. Morgan, por no preocuparla más, simplemente sonrió y respondió que sí.
-No te agradecí antes por dejarme descansar en tus piernas cuando perdí la conciencia... así que, muchas gracias, Iliana.
(dijo Morgan, sonriendo)
Iliana no parecía feliz con esto, al contrario, parecía frustrada. En voz baja, respondió:
-¡No!...te equivocas.
Morgan, confundido, le preguntó por qué. Iliana se levantó, se puso frente a él, y se arrodilló. Luego, bajó su cabeza y la puso contra el suelo.
-Gracias, de verdad... gracias.
(dijo Iliana, sollozando)
-Eh... ¿qué haces? ¡Levanta la cabeza!
(dijo Morgan, preocupado)
-¡NO! De verdad, gracias por habernos salvado, a mí... a mis padres.
Morgan no sabía qué hacer ante esta situación. Ni siquiera recordaba haberlo hecho. En ese momento, Adán y Ariel aparecieron.
-Ah, mira, ya están aquí tus padres. Vamos, levántate, por favor.
(dijo Morgan, avergonzado y nervioso).
-Vamos, vamos... ¿podrían decirle que se levante?.
(dijo Morgan, mirando a Adán y Ariel)
Tanto Adán como Ariel comprendieron lo que estaba haciendo su hija. Después de cruzar miradas brevemente, ambos se arrodillaron frente a Morgan y pusieron su frente contra el suelo, imitando a su hija.
-Gracias. No hay palabras suficientes para agradecerte por lo que hiciste por mí, por mi esposo y por mi hija. Perdóname por haberte tratado tan mal. Estoy muy arrepentida, de verdad... no sé cómo pagarte por lo que has hecho.
(dijo Ariel entre lágrimas)
-Sí, a pesar de haberte contado sobre lo que hice y cuando acepté que este era mi castigo por lo que hice, tú decidiste ayudarnos aún así. Aun cuando no lo merecíamos, te arriesgaste por nosotros. Estoy en deuda contigo para siempre.
(dijo Adán, también entre lágrimas)
Morgan se sintió profundamente avergonzado. No sabía qué hacer ni qué decir. Simplemente estiró su mano y, con una voz cálida y amable, le habló a Adán.
-Aunque en el pasado hiciste cosas imperdonables, y puede que tú te merecieras lo que te pudo haber pasado hoy, yo soy diferente. Yo no abandonaré a nadie que lo necesite. Jamás dejaré a nadie atrás ni haré de la vista gorda. Así que, por favor... levanten sus cabezas. No es necesario darme las gracias. Incluso si lo de hoy se repitiera 100 veces, esas mismas 100 veces elegiría lo mismo y volvería a ayudarlos.
Morgan se levantó y subió a la piedra donde antes estaba sentado. Con una gran sonrisa, les dijo:
-Y sabes por qué lo haría. ¿Sabes por qué volvería a elegir ayudarlos? Porque una vez, un gran hombre dijo que todos merecemos ser salvados... y eso te incluye a ti, y a los que te rodean. Así que, levántate, y pon la frente en alto. Nunca olvides lo que hiciste. Vive con eso y paga lo que hiciste. De ahora en adelante, si alguien necesita ayuda, tú deberás ayudarlos, sin importar quién sea, ni de qué raza sea. Ese será el precio que pagarás por lo que hiciste. ¿De acuerdo?.
-Sí, eso haré. Definitivamente lo haré.
(respondió Adán, llorando)
-Bien, así está bien.
(dijo Morgan, orgulloso)
-Entonces, ¿qué harán ahora? Su casa quedó destruida.
(preguntó Morgan, algo triste)
-Lo sé. No podemos quedarnos aquí. Ariel y yo decidimos huir a los bosques del norte. Nos ocultaremos allí y empezaremos de nuevo.
(respondió Adán, limpiando sus lágrimas)
-Entiendo.
(dijo Morgan, sonriendo)
-¿Y tú qué harás?
(preguntó Ariel, un poco preocupada)
Morgan se quedó pensativo ante esta pregunta, ya que no lo había considerado antes.
-¿Podrías venir con nosotros?
(preguntó Iliana, tímidamente)
-¡Sí!, ven con nosotros. Seguro la pasaremos muy bien. Puedes quedarte con nosotros para siempre si lo deseas... ¿tú qué opinas, amor?.
(preguntó Adán, emocionado, mirando a Ariel)
-Sí, claro. Ven con nosotros, puedes ser parte de nuestra familia. Nada te hará falta, ni comida, ni un techo donde dormir.
(respondió Ariel, sonriendo)
-¡Sí, sí, sí! Ven, Morgan, ven.
(dijo Iliana, muy emocionada)
Morgan sonrió ante la idea de quedarse con ellos. Realmente le recordaba mucho a su madre, a su padre y a su hermana. Pero también pensó en las historias que le habían contado antes sobre cómo era este mundo y lo que había vivido Adán. No podía creer que un mundo pudiera ser tan cruel. Tenía que ver la verdad con sus propios ojos.
-Gracias, de verdad. Me gustaría ir con ustedes, pero debo saber más sobre este mundo. Necesito entender qué está pasando aquí.
(dijo Morgan, con determinación)
Los tres se pusieron tristes al escuchar su respuesta. Cuando Iliana parecía querer decir algo, fue detenida por su madre.
-Está bien, entendemos lo que dices.
(dijo Ariel, con un tono melancólico)
-Solo... cuídate, ¿sí?
(dijo Adán, intentando no llorar)
-Sí, eso haré.
(respondió Morgan, sonriendo)
La familia comenzó a reunir sus cosas para llevárselas. Cuando lo tuvieron todo listo, hablaron con Morgan por última vez.
-Tenemos que irnos ya. Puede que alguien de la familia de ese Zorath nos persiga.
(dijo Adán, seriamente)
-No se preocupen, yo me aseguraré de que nadie los siga.
(respondió Morgan, confiado)
-Definitivamente eres diferente a cualquier persona que haya visto antes.
(dijo Adán, con una sonrisa irónica)
Ariel se acercó a Morgan, tomó su rostro con ambas manos, hizo que sus frentes se chocaran y cerró los ojos. Morgan se sorprendió por ese acto tan repentino, pero luego de unos instantes, Ariel se separó.
-¿Qué fue eso?.
(preguntó Morgan, confundido)
-Una plegaria, para que ella te proteja en tu camino.
(respondió Ariel, con una sonrisa cálida)
Iliana se acercó, se quitó un brazalete plateado de una de sus manos y se lo entregó a Morgan.
-Toma, te lo doy para que nunca me olvides y para que nos volvamos a ver.
Morgan tomó el brazalete, sonrió levemente y se lo puso.
-Te prometo que lo cuidaré muy bien.
(dijo Morgan, alegremente.)
-Si sigues este camino en línea recta, podrás salir de este bosque.
(dijo Adán, señalándole el camino a Morgan)
-Bien, gracias.
(respondió Morgan, confiado)
La familia comenzó a alejarse, adentrándose más en el bosque. Cuando ya estaban bastante lejos y Morgan comenzaba a caminar en la dirección opuesta, escuchó cómo Iliana gritaba su nombre.
-¡MORGAN, TE PROMETO QUE NOS VOLVEREMOS A VER UN DÍA!
Morgan se dio la vuelta, vio a Iliana a lo lejos despidiéndose con la mano. Sonrió y, en su mente, pensó:
-Definitivamente te pareces mucho a ella...
La familia hizo la misma señal de despedida durante un rato, antes de perderse en el bosque.
-Bien... supongo que también es hora de que me vaya. ¿Qué clase de mundo me espera?.
El joven se adentró en el bosque, caminando entre los árboles, buscando la salida... y buscando las respuestas de este mundo tan misterioso.
Fin del capítulo
Próximo capítulo: la crueldad del nuevo mundo.