- "Mitsuki y Elisa reciben su primer pago como prodigios después de una clase reveladora con Mr. Allivy. Pero alguien vuelve a marcar presencia con un peligroso plan en mente. Loyd Adams."
Después de arreglarse con su característico estilo morado y negro, Mitsuki bajó lentamente las escaleras del hotel, con los nervios haciendo eco en cada paso que daba. Frente a las puertas de cristal, Allivy y Elisa lo esperaban con sonrisas que, aunque tranquilizadoras, no aliviaban el peso en su pecho.
—¿Listo? —preguntó Allivy con una sonrisa ligera, Apoyando sus manos en sus caderas.
Mitsuki no respondió. Sus ojos miraban fijamente hacia las puertas, más allá de las cuales se escuchaba el rugido de la multitud, y veía los destellos intermitentes de las cámaras.
—No tiene que ser perfecto, Mitsuki —añadió Elisa, colocando una mano en su hombro.
Antes de que pudiera procesar sus palabras, Allivy abrió las puertas de par en par y, sin aviso, lo empujó hacia afuera.
—¡Vamos! ¡El mundo no va a esperarte! —dijo ella con una sonrisa traviesa.
Mitsuki tropezó al cruzar las puertas, apenas logrando mantenerse de pie mientras la luz del sol lo bañaba por completo. El griterío fue inmediato. La multitud se desbordó en vítores, y los flashes de las cámaras lo cegaron por un momento.
—¡Ya salió, ¡Es el! —gritaban, mientras algunos agitaban carteles con su nombre y otros intentaban capturar la mejor foto desde detrás de las barras de seguridad.
Al levantar la vista, algo inesperado lo dejó aún más perplejo. Sobre la multitud, un inmenso globo aerostático flotaba en el cielo, decorado con su rostro y lo que parecía ser el emblema de los prodigios. Desde la canasta colgaban cámaras de alta tecnología que transmitían en vivo a millones de espectadores en todo el mundo. Mitsuki pudo ver las pantallas gigantes colocadas alrededor de la plaza, mostrando el contador de vistas en tiempo real: 50,5 millones y subiendo.
—¿Un... globo aerostático? —murmuró Mitsuki, completamente incrédulo.
—¡Eres viral! —gritó Allivy desde atrás, claramente orgullosa de la producción—. ¡Espectáculo y estilo, todo en uno!
Mitsuki avanzó con pasos lentos y torpes, sintiendo cómo todas las miradas estaban clavadas en él. El camino estaba flanqueado por barreras de metal que separaban a la gente. Su ropa negra con detalles morados destacaba entre la multitud, y eso solo hacía que se sintiera aún más expuesto.
A medida que caminaba, algunas personas intentaron extender la mano para tocarlo, mientras otros le gritaban palabras de apoyo que él no lograba entender entre el ruido.
—¿Porqué estarán tan emocionados? —murmuró, pasando su mirada rápidamente por los rostros emocionados que lo rodeaban y alzando la vista al globo, que lo seguía desde arriba como una sombra imponente.
Al fondo del camino, un mini escenario lo esperaba. Un micrófono estaba posado en el centro, con el logo de los prodigios grabado en su base. Mitsuki sintió un escalofrío recorrerle la espalda al darse cuenta de que, inevitablemente, todas esas personas esperaban escuchar algo de él.
—¡Anda, no te detengas! —gritó Allivy, dándole un suave empujón desde atrás.
Finalmente, Mitsuki llegó al pie del escenario. Subió los escalones con las piernas temblorosas, intentando mantener una expresión neutral, aunque sentía el sudor frío en la frente.
Al tomar el micrófono, el ruido de la multitud disminuyó un poco, lo suficiente como para que su voz pudiera escucharse. Mitsuki se aclaró la garganta, mirando la inmensa cantidad de personas frente a él y, por un segundo, a las cámaras que transmitían su rostro al mundo entero.
—Uh... hola a todos... —comenzó, pero su voz apenas fue un murmullo.
—¡Más fuerte, Mitsuki! —gritó Elisa desde el camino, haciendo un gesto con las manos para alentarlo.
Mitsuki cerró los ojos y respiró profundamente. Recordó las palabras de Allivy y Elisa: "No tiene que ser perfecto".
Abrió los ojos, ahora con una mirada más firme, y volvió a hablar.
—¡Hola a todos! —dijo, esta vez con más confianza. La multitud respondió con un rugido de vítores y aplausos.
—Esto es completamente nuevo para mí, así que... gracias por estar aquí. Aunque no estoy seguro de que es lo que esperan de mí, igual prometo que haré lo mejor que pueda todo esto...
Mientras hablaba, sus palabras empezaron a fluir con más naturalidad. Mitsuki no podía evitar sentirse un poco intimidado, pero también había algo emocionante en todo esto. Por primera vez, estaba frente a un público que parecía realmente creer en él.
Cuando terminó, la multitud estalló en aplausos. Mitsuki bajó el micrófono lentamente, mirando hacia Allivy y Elisa, quienes le dedicaban gestos de aprobación.
Mitsuki bajó del escenario con las piernas aún temblorosas, sintiendo cómo el rugido de la multitud seguía vibrando en sus oídos. Caminó hacia Allivy y Elisa, quienes lo esperaban al pie del camino con expresiones relajadas.
—¡Bueno, no estuviste nada mal! —comentó Elisa, dándole una palmadita en el hombro.
—Mejor de lo que esperaba, pero definitivamente te falta algo de carisma en público —añadió Allivy con una sonrisa burlona.
Mitsuki soltó un suspiro de alivio y comenzó a caminar con ellas hacia la entrada del hotel, dispuesto a huir del caos de flashes y gritos. Pero justo antes de cruzar las puertas, se detuvo en seco.
—Espera... —murmuró, como si algo se encendiera en su mente.
Elisa lo miró con curiosidad. —¿Qué pasa Mitsu?
Sin responder, Mitsuki dio media vuelta y corrió de regreso al escenario. La multitud comenzó a gritar aún más fuerte al verlo subir de nuevo, sin entender qué estaba pasando.
Agarró el micrófono con firmeza y, con una mirada decidida, levantó la voz:
—¡Antes de que se me olvide! ¡Síganme en mis redes sociales!
El anuncio resonó por los altavoces, y por un momento hubo un silencio absoluto, seguido de una explosión de gritos y risas entre el público. Algunos comenzaron a sacar sus teléfonos para buscarlo, mientras otros lo vitoreaban con entusiasmo.
Desde el fondo del camino, Allivy y Elisa se quedaron congeladas, con una expresión completamente cómica. Elisa se llevó una mano a la frente, tratando de contener la risa, mientras Allivy cruzaba los brazos y soltaba un suspiro exagerado.
—Tu hermano sí que es un aprovechado... —bromeó Allivy, aguantando la risa.
—Bueno, al menos ya se ve más confiado —comentó Elisa, con una sonrisa divertida.
Mitsuki dejó el micrófono en su lugar y, mientras bajaba del escenario, la multitud seguía gritando su nombre y vitoreándolo. Ahora, el nerviosismo en su rostro se había transformado en una pequeña sonrisa.
Cuando llegó junto a Allivy y Elisa, ambas lo miraron con una mezcla de incredulidad y diversión.
—¿De verdad, Mitsuki? —dijo Allivy, alzando una ceja—. Apenas fue tu primera aparición pública y ya estás vendiéndote.
—Es parte del juego, ¿no? —respondió Mitsuki, poniendo sus manos sobre su nuca de manera relajada.
Elisa soltó una carcajada y lo tomó del brazo para empujarlo hacia el hotel. —Está bien, celebridad, vámonos antes de que alguien te pida una firma.
Mientras las puertas del hotel se cerraban detrás de ellos, Mitsuki no podía evitar reírse un poco para sí mismo. Era un caos, sí, pero había algo emocionante en todo esto.
En el interior de una pequeña sala de clases improvisada en el lujoso hotel de Ectiviland, Mitsuki y Elisa estaban sentados, aunque su postura distaba mucho de la de estudiantes aplicados. Mitsuki, con los codos apoyados en el escritorio y la cabeza en las manos, parecía estar al borde de quedarse dormido. Elisa, por otro lado, estaba entretenida haciéndose las uñas, completamente ajena al propósito de la reunión.
La luz del sol se filtraba por las ventanas del salón, iluminando las mesas, hasta que Allivy, con su característico aire de superioridad, cerró de golpe las persianas.
—¡Muy bien, chicos! —anunció con entusiasmo mientras se colocaba en el centro de la sala, al lado de una pizarra blanca.
Mitsuki levantó la cabeza a duras penas, todavía medio dormido. —¿Con qué nos saldrás ahora? —murmuró.
Elisa dejó de pintarse una uña y miró hacia Allivy con una sonrisa divertida. —Esto parece interesante.
Allivy tomó un marcador y, con un gesto dramático, escribió en la pizarra: "Mister Allivy: Clase 1".
—¡Bienvenidos a su primera clase con la gran Mister Allivy! —dijo, girándose hacia ellos con una sonrisa triunfal.
Mitsuki casi se cayó de la silla al oír esas palabras. Se llevó una mano a la cara, claramente avergonzado. —¿En serio? ¿"Mister Allivy"? ¿Tú misma te llamaste así?
Elisa, en cambio, se iluminó de felicidad y comenzó a aplaudir suavemente. —¡Por fin un poco de entretenimiento!
Allivy ignoró completamente a Mitsuki y asintió con confianza hacia Elisa.
—Gracias, Elisa. Al menos alguien aprecia mi talento pedagógico —dijo, inflando el pecho.
Mitsuki soltó un suspiro largo y se recostó en la silla, murmurando para sí mismo: —Por favor...
Allivy golpeó la pizarra con el marcador, llamando su atención.
—¡Cállate y presta atención, Mitsuki! —le dijo, señalándolo directamente—. Hoy vamos a recapitular todas sus dudas y, lo más importante... ¡van a recibir su primera misión juntos como prodigios!
Al oír la palabra "misión", Mitsuki despertó un poco, alzando una ceja con curiosidad. Elisa también dejó de pintarse las uñas y se inclinó hacia adelante, interesada.
—¿Misión? —preguntaron ambos al unísono.
Allivy sonrió ampliamente, disfrutando del efecto que había causado.
—Así es. Pero antes, vamos a asegurarnos de que entiendan todo lo que necesitan
Mitsuki rodó los ojos, pero en el fondo sabía que esto podría ser importante. Elisa, por su parte, parecía emocionada, como si estuviera a punto de embarcarse en una aventura.
—Ahora sí —continuó Allivy, apuntando con el marcador hacia ellos como si fuera una espada—, ¿listos para escuchar los detalles?
Mitsuki y Elisa se miraron entre sí, cada uno con expresiones muy distintas: Mitsuki, resignado pero alerta, y Elisa, con una sonrisa de pura curiosidad.
Allivy dejó caer el marcador dramáticamente sobre el escritorio y se cruzó de brazos.
—Entonces, prepárense.
Allivy, con un aire despreocupado, tomó un plumón de color azul y comenzó a hacer garabatos en la pizarra mientras hablaba. Sus dibujos eran simples, casi infantiles, pero lograban transmitir cierta diversión en medio de su explicación. Dibujó un círculo que rodeaba la palabra "Mundos" y luego un pequeño mapa con un signo de interrogación en el centro.
—Muy bien, chicos. Vamos a empezar con lo básico —dijo mientras añadía unas flechas decorativas a su improvisado mapa—. Quiero que pongamos todas las dudas sobre la mesa. Así nadie se queda perdido, ¿de acuerdo?
Elisa, levantando la mano como si estuviera en una escuela de verdad, intervino con tono ligero:
—Pero maestra... yo no tengo ninguna duda.
Allivy la miró con una ceja levantada, pero luego sonrió con cierta burla.
—Eso es porque tú estás aquí para pintar tus uñas y admirar mi increíble presencia —respondió, señalándola con el plumón—. Pero tranquila, Elisa, estoy segura de que Mitsuki sí tiene muchas dudas.
Elisa se encogió de hombros con una sonrisa cómplice y miró a Mitsuki, quien permanecía en silencio, con los brazos cruzados. No lo negó, pero su rostro comenzaba a mostrar signos de frustración. En su cabeza, una avalancha de preguntas lo abrumaba al mismo tiempo.
"¿Qué son los cinco mundos?", "¿Dónde está la ubicación de Gloomoria?", "¿Cómo demonios nació la hija de Allivy?", "¿Qué pasó con la niña que salvé el día que empezó todo esto?"
Cada pregunta se apilaba sobre la anterior, y Mitsuki comenzó a hacer un leve puchero de frustración. Su mente estaba tan sobrecargada que no pudo evitar apoyarse en la mesa, sosteniéndose la cabeza con ambas manos.
—¡Dios! —murmuró, entre un suspiro y un sonido de agotamiento, mientras una expresión cómica de mareo se apoderaba de su rostro.
Elisa y Allivy lo miraron, ambas sorprendidas pero de forma exageradamente teatral. Allivy incluso dejó caer el plumón que tenía en la mano.
—¿Mitsuki...? —murmuró Allivy, mirando la cara de Mitsuki como si acabara de ver algo raro.
—¡¿Qué te pasa?! —preguntó Elisa, inclinándose hacia él con una mezcla de preocupación y burla.
Mitsuki levantó la mirada, sus ojos parecían girar en espiral por la sobrecarga mental.
—Tengo demasiadas preguntas, ¡y ninguna respuesta! —exclamó, golpeando ligeramente la mesa con la frente.
Allivy soltó una risa breve, como si se estuviera divirtiendo con la situación, y tomó otro plumón, esta vez de color rojo.
—Bueno, bueno, parece que nuestro "prodigio estrella" está a punto de explotar —dijo, dibujando una caricatura de Mitsuki con la cabeza estallando en su pizarra—. No te preocupes, Mitsuki. Vamos a despejar todas tus dudas... bueno, al menos las importantes.
Elisa observó la caricatura de Mitsuki en la pizarra y no pudo evitar reírse.
—¡Te salió igualito! —dijo, mirando el dibujo.
Mitsuki solo suspiró, resignado, mientras las miraba con el ceño fruncido.
—¡Dejen de burlarse y empecemos ya!
Allivy dio un paso adelante y señaló la pizarra con dramatismo.
—Muy bien, Mitsuki, tú eres el primero. Dime, ¿cuál de esas dudas que tienes en la cabeza quieres que responda primero?
Mitsuki levantó la mirada, todavía un poco mareado, y comenzó a considerar cuál de todas sus preguntas debería priorizar.
Mitsuki, después de un breve suspiro para organizar sus pensamientos, decidió empezar por una pregunta menos compleja, pero que aún lo atormentaba desde el primer encuentro con Allivy. Miró a la maestra con una expresión seria, a pesar de la marea de dudas en su mente.
—¿La niña que salvé... Aura? La que rescaté de ese tipo, Loyd Adams... ¿qué pasó con ella?
Allivy dejó de escribir en la pizarra y la miró con una sonrisa tranquila, como si esa pregunta fuera una de las más fáciles de responder.
—¡Ah! Aura —dijo Allivy con ternura en la voz—. Alaska la llevó a un orfanato mucho mejor. Le dieron un lugar donde puede estar más tranquila, aprender y crecer, sin exclusiones. De momento, está mucho más feliz.
Mitsuki se quedó en silencio por un momento, sorprendido. No esperaba una respuesta tan positiva.
—¿De verdad? —preguntó, con una ligera sonrisa de alivio.
Allivy asintió, con una expresión cálida en el rostro.
—Sí, de verdad. Es una niña especial. Estoy segura de que hará grandes cosas —respondió, y luego levantó el dedo como si tuviera otra respuesta lista—. Pero bueno, dime la siguiente pregunta.
Mitsuki, tomando aire, pasó a la siguiente duda que lo había estado desconcertando desde aquella prueba con Gisi.
—Y... ¿qué me puedes decir de tu hija? Gisi Kuyomizu... ¿cómo nació?
El rostro de Allivy pareció cambiar por un momento, sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras pensaba en la pregunta. Se notaba que la pregunta era algo más personal, pero la respondió con una calma profunda.
—Oh, esa es una muy buena duda, Mitsuki —dijo Allivy, sonriendo suavemente—. Gisi no tiene padre, no como lo conocemos. Ella surgió única y exclusivamente de mí.
Mitsuki frunció el ceño, tratando de comprender lo que Allivy acababa de decir.
—¿Cómo que "única y exclusivamente" de ti? —preguntó, confundido.
Allivy dejó de dibujar en la pizarra, se apoyó en el escritorio y se quedó mirando a Mitsuki por un momento, con una ligera melancolía en la mirada.
—Verás... los dioses y seres con cualidades celestiales tenemos algo que llamamos "esencia". Es como un legado que seguimos, pero no necesariamente de la forma tradicional de procrear. Mi energía, mi esencia, la creé porque me sentía muy sola. Gisi nació de eso, de una parte de mí.
Mitsuki la miró, completamente sorprendido, mientras Allivy hacía una pausa, como si se estuviera conteniendo.
—No me arrepiento. Ella es una persona maravillosa. La amo mucho. —La voz de Allivy se volvió un poco más suave, casi como si estuviera a punto de emocionarse, pero rápidamente la ocultó, devolviendo la mirada a Mitsuki.
—¡¿Qué más preguntas tienes?! —dijo rápidamente, para cambiar de tema y no dejar que la conversación se volviera demasiado sentimental.
Mitsuki se quedó en silencio por un momento, asimilando lo que acababa de escuchar. Había mucho más detrás de la historia de Allivy de lo que había imaginado. Pero, aún tenía algunas preguntas más en su mente.
La escena continúa con Mitsuki, aún asimilando la complejidad de las respuestas que Allivy le dio, mientras Elisa sonríe con evidente interés, escuchando atentamente.
Allivy, claramente emocionada por el tema, se recarga sobre la pizarra, sacando un marcador de color y comenzando a dibujar. Su rostro se ilumina mientras organiza sus pensamientos.
—Muy bien, ya que te interesaste tanto, Mitsuki, vamos a hablar de los Cinco Mundos. —Dice mientras dibuja un círculo grande en el centro de la pizarra. —Este es el primer mundo, el que todos conocemos. Es el universo mismo.
Mitsuki se queda observando, mientras Elisa asiente, completamente intrigada.
Allivy continúa.
—Este es el primer mundo, el universo. Lo que experimentamos día a día. Pero hay más mundos. Cuatro más que están conectados, pero no forman parte de este universo, como tal. —Mientras lo dice, dibuja líneas alrededor del primer círculo, creando una especie de red que rodea el universo.
Elisa sonríe más, sintiendo la emoción de la explicación. Mitsuki sigue mirando, completamente atento.
—El segundo mundo es Elyria. —Allivy señala uno de los círculos rodeando el universo, con una expresión más cálida. —Es el cielo, mi tierra natal. Un lugar donde nacen los celestiales como yo o Alaska. Un mundo lleno de amor, paz y armonía.
Elisa sonríe con satisfacción al escuchar sobre Elyria, claramente identificándose con la paz de ese lugar. Mitsuki, por otro lado, se queda pensativo, imaginando un lugar tan perfecto.
—Luego tenemos el tercer mundo, Inferno. —Allivy traza una línea que conecta otro círculo a la par del anterior. Su tono se vuelve más serio. —Es lo opuesto a Elyria. Es el infierno, un mundo oscuro donde habitan la mayoría de seres malignos del universo. Algunos seres ni siquiera provienen de aquí, sino que llegan desde otros lugares.
Mitsuki frunce el ceño, viendo el dibujo del círculo más oscuro, imaginando el horror de ese lugar. Elisa, aunque no lo dice, muestra una expresión de horror y nerviosismo a pesar de su personalidad tenaz misteriosamente.
—Ahora, el cuarto mundo es el más peligroso de todos. —Allivy hace una pausa dramática, asegurándose de que ambos la escuchen con atención. —Es El Abyssmorph. Un lugar mucho más extraño, bizarro y peligroso que el Inferno. Es una mezcla de lo peor de Elyria y lo peor de Inferno, con seres y territorios completamente caóticos y mortales.
Elisa arquea las cejas y Mitsuki se inclina hacia adelante, con una mirada completamente atónita. El concepto de un mundo tan peligroso lo sobrecoge. Allivy lo nota y sonríe.
—Finalmente, el quinto mundo es Gloomoria. —Allivy dibuja el último círculo, marcándolo con fuerza. —Este es el lugar de donde vienen, Mitsuki. Un mundo lleno de seres como tú y tu hermana. ¿Recuerdas a los seres de tonalidades púrpuras? Pues, esa es tu raza.
Mitsuki se queda en silencio, mirando el dibujo de Gloomoria, reconociendo el nombre "Finalis" con una mirada de sorpresa. Elisa, en cambio, mantiene una expresión más seria, reconociendo las implicaciones de su propio origen.
Allivy mira a ambos, viendo cómo los conceptos están tomando forma en sus mentes.
—Cada uno de estos mundos tiene una función, una razón de existir, y están conectados de maneras que aún estamos por descubrir —dice, mientras con una sonrisa, dibuja algunos garabatos que representan a los seres de cada mundo, como si cada uno tuviera una personalidad distinta.
Elisa observa el dibujo de Elyria y sonríe, mientras Mitsuki sigue desconcertado por todo lo que acaba de aprender.
—Entonces... —dice Mitsuki, finalmente, como si estuviera procesando toda la información. —¿Nosotros somos considerados como Finalis?
—Exactamente, Mitsuki. —Allivy asiente con energía. —Y eso significa que tienen una conexión muy especial con ese mundo, ya que son hijos del rey que vimos el otro día.
Mitsuki mira a Elisa, que lo observa con curiosidad. Después, vuelve a mirar a Allivy, todavía con muchas preguntas en su mente.
La maestra sonríe y guarda su marcador, con la sensación de que la clase había sido un éxito.
—¿Más dudas?
La escena continúa mientras Allivy se despide de ellos con una sonrisa satisfecha.
—¡Y eso es todo por hoy, chicos! —Dice Allivy, sacudiendo las manos mientras se dirige hacia la puerta. —Tienen el día libre para descansar y recargar energías. Mañana les contaré unas cositas importantes para prepararse para la misión.
Elisa se levanta de su silla rápidamente, claramente feliz de tener algo de tiempo libre, mientras Mitsuki se estira con una sonrisa relajada, aliviado de que finalmente se haya acabado la clase.
Allivy, sin embargo, se queda en la puerta por un momento. Algo en su postura muestra que está en medio de un pensamiento, como si algo estuviera a punto de suceder. De repente, ella se vuelve hacia ellos, sus ojos brillando con una energía inusual.
—¡Ah! ¡Olvidaba algo muy importante! —dice con emoción mientras se acerca rápidamente a Mitsuki y Elisa.
Ambos se extrañan, mirando a Allivy, sin entender del todo lo que está sucediendo.
Allivy, con una sonrisa grande, les extiende una gran bolsa de dinero, haciéndola sonar mientras la sostiene con ambas manos.
—¡Aquí tienen! Su primer pago como prodigos. ¡Miles de yenes para cada uno de ustedes! —Dice con un tono alegre y orgulloso.
Mitsuki y Elisa se quedan sorprendidos, mirando el dinero que Allivy les entrega, como si fuera un pequeño sueño hecho realidad.
—¡No puedo creerlo! —exclama Elisa, sus ojos brillando al ver la cantidad de dinero en la bolsa. —Interesante, creo saber qué hacer con ello.
Mitsuki, por su parte, mira el dinero y luego a Allivy con una ligera sonrisa en el rostro.
—Vaya, no me esperaba esto... pero gracias, Allivy. —Dice, sintiéndose un poco abrumado pero emocionado por el pago finalmente.
Allivy se ríe, contenta con la reacción de los dos, y les da unas palmaditas en los hombros.
—Disfruten el día libre. Mañana será otro día importante. ¡Nos vemos luego! —dice, mientras se aleja caminando lentamente, visiblemente emocionada por todo lo que está por venir.
Una vez que Allivy se ha ido, Elisa mira a Mitsuki con una sonrisa pícara.
—¿Qué tal si te invito a cenar esta noche? —dice, levantando una ceja. —Podemos usar el dinero de esta primera paga para darnos un buen festín.
Mitsuki, sin dudarlo mucho, responde con una sonrisa.
—¡Claro! Me parece una excelente idea.
La escena cambia bruscamente, sumergiéndonos en una parte oscura de la ciudad. La atmósfera es tensa, la neblina cubre las calles y las luces parpadean débilmente, proyectando sombras extrañas sobre los edificios. Entre las sombras se destaca una figura, misteriosa y ominosa: Loyd Adams.
Con su cabello negro y ojos rojos penetrantes, la figura de Loyd es inconfundible. De pie en una esquina de un callejón oscuro, se ajusta un pasamontañas negro con diseño rojo ocultando parte de su rostro, dejando visible solo su mirada intensa y peligrosa. Una ligera sonrisa sádica se dibuja en su rostro mientras observa a su alrededor, sabiendo que es el momento perfecto para actuar.
—¡Vamos, apúrense! ¡¿Quieren ganar un buen dinero o no?! —grita a sus subordinados, cuya silueta también está cubierta por pasamontañas y trajes oscuros, enmascarados para ocultar sus identidades.
Con una rapidez escalofriante, apunta a las direcciones que deben tomar.
—Tú, por la derecha. Tú, por la izquierda. Yo entraré por la entrada principal del banco, la parte más divertida. —Su voz es firme, decidida, y llena de una calma perturbadora.
El grupo de enmascarados asiente en silencio, sabiendo que no hay marcha atrás. Todos se dispersan en la oscuridad de la noche, ejecutando el plan de Loyd con una precisión mortal.
Loyd, con su mirada fija en la imponente fachada del banco, da un paso hacia la entrada. La ciudad parece contener la respiración mientras se prepara para presenciar el caos que se avecina.
Con su naturaleza fría y calculadora, sabe exactamente lo que está haciendo. Este banco, uno de los más importantes en la ciudad, no tiene idea de lo que se le viene encima.
La última imagen antes de que el capítulo termine es Loyd avanzando con paso firme, y el sonido de sus botas resonando con eco en la calle vacía, mientras la oscuridad de la noche parece abrazar aún más su siniestra presencia.
Fin del capítulo.