10

—¿Cuándo seré libre? —Escucho una voz, reconocible especialmente por mí. La aflicción conectada con su tono me hizo intentar moverme.

—Difícil saberlo, ¿Tal vez nunca? —La respuesta fue dicha con una ausencia total de empatía, sonando más como una burla—, quieres algo que todos buscan, pero que pocos logran.

No puedo moverme, es como si estuviera observando desde el vacío. Pero los veo, veo a un Ludwig mirando a un ómnico con recelo. Sin alas, sin brazo mecánico, ni ropa. Solo él.

—Eres el ejemplo absoluto de que aunque tengas la capacidad de hacerlo, eres incapaz de pensar en el cómo, Ludwig —Recrimina con fuerza, dándose la vuelta—. Te crié, no como una máquina, sino como tus padres hubieran querido. Pero les fallé a ellos por crear un monstruo incapaz de cumplir su misión.

¿Monstruo? ¿Ludwig? Bastante diferencia veo yo con verdaderos monstruos. Aún así no fui capaz de defenderlo, como si fuera una espectadora en el proceso.

—Sigues atrapado dentro de ti, incapaz de socializar más allá de lo que tu egoísmo impera. Te diseñamos para proteger la humanidad acabando con el enjambre, pero en cuanto se dio la oportunidad... —El silencio se torna con dureza cuando se sienta en una silla. Dándole vuelta para mirar a Ludwig, que es incapaz de negarlo—. Saliste en búsqueda de... ¿De qué? ¿De experimentar cosas nuevas? ¿De probar comidas humanas? ¿O será fraternizar y dejar descendencia, tal como ustedes los humanos perduran en pensar?

—La brecha estaba cerrada, ¿De dónde más podrían haber aparecido más enjambres? ¡Solo salí cuando la misión parecía haber acabado!

Sus palabras me sorprenden más a mí que al ómnico, que no responde. Niega con la cabeza, con decepción clara en su rostro.

La habitación, anteriormente oscura, comienza a tomar forma entre bruma, una habitación que yo no reconozco particularmente. Un gran ventanal destaca por sobre todo, con una gigantesca fisura de luz multicolor en el espacio y una infinidad de rocas y cadáveres

La luz en sí ya era hermosa, pero su combinación de colores me hacen verla casi hipnotizada. Si no fuera por los cadáveres de aquellos monstruos destrozados en números infinitos fuera de la susodicha ventana, podría distraerme lo suficiente de la conversación.

—Pensaste mal, no. Lo pensaste muy bien, por eso ahora estoy aquí. En tu mente.

Siento que estoy en una pesadilla de la que no puedo salir, ya que aunque oigo todo esto, no siento nada particularmente falso y las sensaciones que tengo son que soy real, tanto como ellos lo son.

—No fue mi intención. Simplemente pasó... Fue mi error, lo sé.

—Lo sabes porque fueron tus propias manos las que quedaron manchadas. Y mírate ahora, ¿Cuánto fue desde que lo hiciste que conociste a Juno y como una mosca, te adheriste a ella para según tú, protegerla?

¿Por qué siento que no me gusta como están hablando?

—Tu propio egoísmo, tu propia locura te hizo creer que todo sería diferente si la ayudases, por eso ordenaste a los restos de lo que antes fue mi nave para ayudar a la familia de Juno. ¿Para qué, Ludwig? Porque no lo necesitas para ser una buena persona, ni la necesidad de esconderlo.

Quisiera poder hablar. Solo así podría comprender a Ludwig. Podría preguntar cosas que solo puedo quedarme con la duda al verlo temblar, sabe solo él si por enojo o por tristeza.

—Schwarz nunca fue precisamente la sociedad más secreta, Ludwig. Solo fuiste elegido por suerte.

—Yo lo sé, y por eso estoy enojado con ella.

—¡Oh, sí! Pobre de ti, obteniendo la mayor supervivencia posible en toda la humanidad y con el poder más destructivo de la compañía sin sufrir más que algunos experimentos, ¡tonto! —grita el padre de Ludwig levantándose de su asiento—. ¡Millones sufrirían cosas peores para acercarse a una milésima parte de tus capacidades! ¡Cientos más ya lo hacen solo para sobrevivir lo que tú!

Sus palabras contrastaban cada vez más con la mirada de Ludwig.

—Tonterías. Muchos de ellos no vivirían lo que yo viví.

—Y aún así fallaste, ¿No es irónico? Ser un fallo tan exitoso —Ríe con una tranquilidad asombrosa antes de caminar más cerca de Ludwig. Lo empuja hasta tirarlo al suelo con una velocidad asombrosa—. Les fallarás, como lo hiciste conmigo. Huirás en cuanto despiertes, incapaz de creer que acepten una máquina de matar. Incapaz de vivir sin la sangre cubriendo tu rostro. Tendrán el miedo que todo humano teme, que tu descontrol llegue y la próxima victima para alimentarte sean ellos.

—No, ellos no serían capaces de... descubrirlo.

—Oh, pero lo saben. Tú sabes bien que si despiertas es —Hace una pausa para que Ludwig digiera tan extensa charla—... porque lo entendieron. La tecnología no es suficiente para curar las heridas de Genji, menos serán las tuyas con la energía del cañón.

Sus palabras me hicieron a entender al instante de que hablaban. Hana lo comentó hace poco... Y ahora estoy aquí, comprendiendo tal vez más que nunca a Ludwig.

Pero él no se entiende a sí mismo. Lo veo en su rostro, dudando de sus palabras, llegando a un punto equivocado.

Y yo que no puedo ayudar.

—Te irás, sin entender quien eres. Huirás, sin saber a donde ir. Ludwig...

Ludwig no responde y como si fuera humo, desaparece frente a mi mirada.

El ómnico niega con la cabeza con aparente decepción. Intento salir, sabiendo que no debería seguir aquí.

—Que curioso pajarito, ¿Qué hacías tan pegada a Ludwig? —Me comenta aparentemente dándose cuenta de mi presencia, acercándome a él—. ¿Eres tú Juno? No, no lo creo, no tendrías esa reacción.

—Tú eres quien le hizo daño a Ludwig.

—¿Daño? Supongo, las verdades duelen. Los factores prevalecen.

No comprendo sus palabras, inmutables, como si no hubiera duda alguna de lo que dice.

—Ya no hay razón para que Ludwig siga siendo su mascota. Schwarz está muerta, y tú también.

—Tienes razón, Schwarz cerró y yo moriré, pero Ludwig sigue aquí. Él no logra comprender más allá de lo que tiene en frente, ni lo que es capaz —Su mano se mueve hasta acariciar su mentón robótico con auténtica serenidad—. Está perdido, él mismo lo sabe.

—¿Por qué será? —recrimino con enojo, intentando liberarme. Pero mi consciencia se agota conforme resisto.

Su voz resuena con fuerza. Se ríe, se ríe como nunca había escuchado antes, tal vez incluso con más fuerza que Reinhardt.

—Le críe como la herramienta perfecta, como el protector de la humanidad y de nosotros, los ómnicos. Él iba ser lo que la Tierra necesita para unirse. Un líder... Lo que overwatch nunca llegó a hacer —grita con recelo—, pero en cambio obtuve un hombre débil, incapaz de llevar las más simples de las misiones. Con poca paciencia para esperar... Dedicándose a conseguir novias como si realmente fuera a cambiarlo a él. Exento de responsabilidad... Incapaz de ser la unión que necesitamos para llevar a la paz.

Sus palabras eran tonterías, claramente sesgadas y con poca comprensión del actuar del ser humano.

—Una sola persona es incapaz de manejar a toda la humanidad, tú solo querías un perro guardián, ¡pero todos somos capaces de cuidarnos a nosotros mismos!

Me mira fijamente y se acerca. Casi con tristeza, siento como me acaricia lo que supuse sería mi cabeza.

—Ah, pobre cosita fea —dice con un semblante claro de pena—. Incapaz de comprender mis palabras, igual a él. Ya escuchaste suficiente.

Sus palabras me aterran por lo que pensé que iba a hacer, pero solo me suelta.

—Vuelve, cuando veas lo que es Ludwig en realidad, sabrás que siempre tuve la razón. Huirá, ambos lo sabemos aunque te niegues a entender.

Mi conciencia comienza a ceder ante el peso de mi resistencia.

—El temor de ser rechazado por quien amas es más aterrador que cualquier palabra mía de lo inútil que fue, después de todo. ¿No es así?

Incapaz de escuchar más de su monólogo, caigo en la inconsciencia. Despierto en la sala del hospital y tomada desprevenida, me asusto por una alerta que resuena con fuerza. Intento buscar su origen rápidamente.

Es el teléfono de Ludwig, el cual tomo aún medio dormida, inconsciente de si Ludwig ya despertó o si sigue dormido.

¿No fue ya un sueño bastante extraño el que acabo de tener?

—¿Se ha logrado recuperar la familia de Juno? —Me cuestiono con sorpresa, despertándome de golpe por completo.

La alerta es simple. Es un mensaje claramente antinatural, destacando por sobre el resto de tonterías usuales de Ludwig con su teléfono, como juegos de gatos o de granjas.

—Entonces... lo que vi es real.

Pero eso solo podía significar que Ludwig también... ¡Ludwig!

Volteo del celular a la camilla del hospital y para mi suerte, Ludwig sigue ahí.

Una paz me llega con ello, pero no por mucho. Las palabras del padre de Ludwig, aunque consumidas en tonterías, tenían parte de razón. Yo sé que Ludwig se siente perdido de quien es.

Me levanto mientras dejo el teléfono en una mesilla cercana. Me acerco a Ludwig y levanto la mano para acariciar su mejilla.

—Estás bien... Todo está bien —Me repito con cautela de despertarlo.

—¿Nunca te comentaron que existe el espacio personal?

La voz suena débil. Con un tono de broma que soy incapaz de no reconocer.

—Tonto —comento riéndome a la par que me lanzo a abrazarlo—. Nos preocupaste a todas.

—Sí, sí, estoy seguro que Genji estaba super preocupado por mí.

Ludwig me mira, indeciso. Triste. No tiene un pelo de felicidad.

—Ya crecerá, no te preocupes —comento dando una suave carcajada, inconscientemente acariciando su mentón, donde antes tenía su barba característica.

—Podría haber terminado peor...

Sus frases son cortas, inconclusas. La duda lo carcome.

—Pero ahora estás aquí, con nosotros. Conmigo, Ludwig.

—Es curioso —responde, sosteniendo suavemente la mano con la que le acaricio—, siempre pensé que no te agradaba, ¿Sabes?

—¿¡En serio!? No veo por qué.

Seguimos la conversación con banalidades, sorpresivamente Ludwig maneja la conversación con auténtica tranquilidad, como si lo que viví fuera un simple sueño.

—Ludwig.

Hablo con una voz sorprendentemente suave.

—¿Todo bien?

—Que bueno que preguntas, Gittie —menciona moviendo finalmente mi mano de su mentón. No la suelta—, no estoy bien.

Sus palabras me entristecieron, pero su honestidad finalmente me hizo soltar una pequeña sonrisa.

—¡Eh! Ahora te alegra mi sufrimiento, que cruel eres, Brig.

Me acerco a darle un abrazo.

Él no lo rechaza. Aunque parece sorprendido. Su cuerpo se torna duro como piedra, incapaz de reaccionar.

—¿Ahora por qué tan cariñosa, pequeña? —comenta saliendo de la sorpresa inicial.

—Tomando a papá como ejemplo, soy bastante más alta de lo que debería, Lutz —recrimino, negándome a soltarlo.

—Ya me llamas con cariño. Eso es un gran paso.

Nos reímos, claramente con un ambiente más relajado.

La habitación está sorprendentemente limpia, con un fuerte color blanco y una luz poco contrastante. Gabinetes llenos de medicina y algunas camillas más me recuerdan inconscientemente que estamos en Gibraltar.

—¿Te irás? —respondí finalmente dejándome de distracciones.

Distracciones, cambios de tema. Contacto físico. Pasamos por muchas cosas para aligerar el ambiente, pero no puedo evitar volver a lo que me mantiene aquí.

Le veo, herida. Su expresión lo dice todo.

—No necesitas irte para encontrarte a ti mismo, Ludwig —Digo nuevamente, intentando presentar una perspectiva nueva.

Para nada.

—Estuviste ahí, ¿Cierto?

—No cambia nada, Lutz. Sus palabras no representan quien eres.

—No sé quien soy, Brig —responde afligido.

Intento entender desde mi perspectiva a la suya. Lo veo ahora más claro. Somos polos opuestos. Mientras que él se aleja de lo que fue su padre, yo seguí sus pasos. Y estoy feliz por ello.

Pero aún así, Ludwig podría quedarse con nosotros y esperar que, tras salvar el mundo, se encontrase a sí mismo.

La mente humana no funciona así, yo lo sé, pero aún así duele.

—Yo... no creo que necesites irte para encontrarte a ti mismo.

—Probablemente no.

—Sabes que Juno y Hana se sentirán mal por ello, ¿No?

—Tanto como lo estás ahora, lo sé.

Si fuera Juno, estaría llorando ahora mismo. Pero yo soy más fuerte que ella. No por eso duele menos.

—Volverás, ¿Cierto?

—¿Sabes que aun podemos estar en contacto mientras estoy fuera? Nos volveremos a ver —Intenta explicarse—, solo quiero un poco de tiempo para pensar.

—Para dudar.

—Tal vez...

Es irónico. Como habla de irse en un mundo tan extenso como el nuestro. Como si fuéramos a juntarnos tan fácilmente: No con Null Sector, no con Talon.

—Eres un tonto —respondo de manera juguetona.

Aprovecho el espacio de la cama para ponerme cómoda, Lutz se hace a un lado, yo me recuesto.

Por suerte no tengo alas ni una armadura como él. Uso sus piernas de almohada.

Sus piernas son cómodas.

Me relajo un momento. Ahora estamos solo los dos. No ha llegado nadie, curiosamente.

Cierro los ojos atrapada en el momento. Mi batería está gastada, tanto el acercamiento con Ludwig como, irónicamente, su alejamiento.

Pero lo entiendo, lo comprendo. Descubrirse a uno mismo no siempre es tan fácil como seguir una figura que te apasiona.

Yo misma tengo cosas que quisiera hacer pero que gracias a estar en Overwatch no tengo el tiempo de hacer. Aún tengo bastantes ideas de poesía que se quedan guardadas en mi cabeza.

El sueño poco a poco me fue consumiendo...

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Los pasillos dirigidos a la sala médica son todos iguales, si no fuera por Hana, probablemente estaría igual de perdida.

—¿Crees que ya despertó? —pregunto con algo de timidez.

—Yo creo, si no fuera así no creo que Brigitte no se hubiera ido.

Suelto una suave risa aceptando su respuesta.

—¿Estás segura de estar aquí? Creí que estarías un poco más en Corea, ya sabes... por todo el desastre.

—Estarán bien. La reconstrucción de la ciudad no es algo que me toque y —Hace una pausa, parándose frente a la puerta donde está la sala médica—. Digamos que ya supe que están bien.

No digo nada, solo asiento. Vemos la puerta pero ninguna de las dos quiere actuar ahora.

Debí haberme quedado yo, no Brigitte.

Pero aquí estoy. Estamos.

—¿Después de ti? —dice Hana con una media sonrisa. No me resisto más y entro.

—¡Lutz! —grito emocionada mientras entro flotando.

—Hana si sigue durmiendo solo lo vas... a molestar.

Ambas nos quedamos sorprendidas. No hay otra forma de describir lo que vemos; Ludwig nos saluda tímidamente con ese bello rostro pulcro aún con la falta de pelo. Ya crecerá, por supuesto, pero igual era gracioso y extraño verlo así a como estoy acostumbrada de verle.

—Veo que no perdieron el tiempo —comenta con una extraña sonrisa, cruzándose de brazos.

—Estuvo despierta toda la noche, pobrecita.

—Probablemente, tampoco llevo mucho despierto.

Notamos su tono algo extraño, pero decidimos dejarlo de lado. Aprovechamos para ponernos cómodas en una cama cercana.

Me reprimo para no molestar a Brigitte, pero las ganas de flotar a darle una revisión rápida a como está nadie me las quita.

—¿Ya te sientes mejor? ¿Algún problema que sientas? ¿Algún dolor? —comienzo a preguntar rápidamente con dudas de si siente alguna incomodidad.

—Tranquila, Juno —Me dice Hana intentando calmarme.

Lo veo sonreír. Una sonrisa que aprecio más ahora que tras verlo como casi un cadáver en aquel hueco que dejó tras su pelea.

Me acerco un poco más a él. flotando.

—Estás bien, Lutz, todo estará bien. Angela me dijo que la idea de Hana funcionó.

—Así que fue mi querida coreana favorita. ¿Cómo lo descubriste? —cuestiona con ironía mientras me acerco un poco más, flotando.

Hana ríe con suavidad, se sienta en una silla a lado de la cama y se pone cómoda.

—No era muy difícil imaginar que la sangre de tus enemigos te quita años de vejez, Lutz. ¿No bromeabas ya con cosas así?

—Bromear no es lo mismo que decirlo directamente y que me creas, Hana.

—¡Oh! Pero leí en el internet que entre broma y broma la verdad se asoma —comento tomando mi labio con fingida inocencia—, además de que era extraño ver tantas... personas y ni un rastro de sangre, Ludwig.

Sentí esa sensación incómoda al hablar de ese momento, tanto por la conversación que tuvimos en aquel momento como por ver tantos cadáveres de personas. ¡Personas reales! Tal vez con familias esperándolas y nosotros simplemente acabamos con ellos como... Como si no fuera nada.

Pero no puedo pensar en ello, no ahora. Aún no es el momento de dejarme llevar por estas sensaciones. Debo aguantar. Por ellos.

—No creí que podías aprovecharte de tu rostro así, Juno —comentan ambos casi a la par con sorpresa en sus rostros. Genuinamente me siento ofendida por ello.

—¿Qué quieren decir con ello?

Ludwig guarda silencio, resistiéndose a responder mi pregunta aunque le queme con la mirada fija en su bello rostro.

—Eras demasiado pura para este mundo, Juno —responde finalmente Hana con un tono afligido pero fingido—, ¡Pero quién diría que juntarte con una bestia te corrompería tan rápido! ¡Maldita sea, Ludwig Schwarz! ¿¡Cómo la hiciste caer tan profundo!?

—¡No me metas a mí en eso! Claramente de los dos, tú eres la mala influencia —Se queja Lutz confrontando a Hana.

—¿¡Yo!? ¡Que sepas que soy tan reconocida y buena que deberías agradecer que me...!

Se queda callada, con un sonrojo tan fuerte que casi podría confundirse con un tomate.

Ludwig solo sonríe, manteniendo sorpresivamente una calma abrumadora. Yo estoy entre ir a tranquilizar las cosas o dejar que las cosas tomen su rumbo natural.

Cuando estoy a punto de actuar, es Lutz el que decide simplemente hacer una ceña para invitar a Hana a que se siente. Una sensación incómoda se presenta ante mí al ser la única que no puede sentarse en contacto con él.

Pero lentamente, me acerco a él, flotando.

—Ya, ya, te comprendo. Es difícil no encariñarte cuando me conoces, soy fantástico.

Oh, gran tonto. Una sonrisa enmarca mi rostro con auténtica gracia.

Hana se recarga en su hombro, una vez sentada a su lado; nada sorprendida de sus palabras.

—Tú y tu gran ego, Lutz. ¿Nunca cambias? —comenta con ironía, bajo poca seriedad. Su voz está calmada.

—No lo creo —respondo con una suave risa. Ludwig solo se ríe.

Finalmente me termino de acercar a él. Ignorando la resistencia de Hana, me abrazo a él, más exactamente a su cabeza con fuerza. mis piernas se cruzan sobre sus hombros alrededor de su cuello. Ya es bastante apretado. De hecho. Lo oigo quejarse poco después de que nos pongamos cómodas a su alrededor.

—¿No creen que ya estamos muy ajustados así? Apenas puedo hablar —comenta ajustando sus alas lo máximo posible para no molestarme.

Que ternura.

—Un poco más, solo un poco más, por favor —susurro lo más cerca de su oído posible.

—Tú te pones todo el tiempo cómodo en mi cama, Ludwig. Es lo menos que puedes hacer por nosotras —recrimina Hana abrazando más fuerte su brazo.

Me centro en mí, en la textura de la piel que relata mi toque al contacto con él. Su suavidad y a la vez la dureza de esta; sumergiéndome en su aroma como abeja a una flor.

Aunque intenta resistir hasta cierto punto, al final no tiene opción que ponerse cómodo, aceptando el abrazo inesperado de nosotras.

—¿No tienen curiosidad?

—¿De ti?

—¿De tu pasado? —Seguí con lo dicho de Hana con gracia—. Solo si estás dispuesto.

—Sabemos que no eres precisamente la persona más abierta a tus verdaderos sentimientos con esa actitud de «Todo estará bien, no se preocupen por mí».

—¡Eh, que soy más sentimental de lo que parezco! Hasta lloré en... No, no me harán recordar esas películas de nuevo —dice volviendo a silenciarse, pero para nosotras estaba más claro con el contrastado color rojo en su piel.

Nos quedamos un rato más en silencio, casi logrando quedarme dormida yo de lo cómoda que terminé envuelta alrededor de su cabeza.

Poder flotar ayudó mucho en no cansarme de la posición, habrá que decirlo. Todo este momento de paz termina cuando entran Mei, Reinhardt y Angela a la habitación.

—¡Oh, no quisimos interrumpir! —grita con sorpresa la rubia médica en cuanto nos ve.

Aunque quisiera separarme, estoy bastante cómoda... Y no hace daño a nadie que esté así, por lo que solo cambio un poco mi postura para poder observarlos mejor.

Les aprecio. Mi tía Mei está sonrojada, Reinhardt se tapa el rostro, no sé si con decepción o con gracia mientras que Angela solo se tapa el la boca mientras camina dentro, con los ojos mostrando sorpresa.

—Solo estábamos...

—Lo sabemos, lo sé, Hana, está bien —comenta Angela negando con la cabeza—. Pero a la próxima imploro que no usen la sala médica, no es fácil limpiar.

Tardo un momento en comprender a que se refiere y a diferencia de Hana que se separa ligeramente con una sonrisa y una Brigitte somnolienta dándose cuenta que hay más gente que la que había cuando se durmió, se pone de pie de golpe... Yo me pongo roja como remolacha. Me separo rápidamente de él y tartamudeando, intento responder.

—¡No, no! No estábamos haciendo algo indebido, solo que él es muy cómodo, lo sé porque ya he dormido con él... ¡Pero no de esa forma! ¡Yo me refiero a... !

mis palabras son cortadas tanto por Brigitte como por Hana, que me jalan para sentarme en la mesa justo a lado de Brigitte.

—Lo estás arruinando más, mejor espera a ver que dicen —Me murmura Brigitte tapándose el rostro, resistiéndose a ver a Reinhardt.

Al igual que yo, está roja, pero ella solo tiene las mejillas sonrojadas, por lo que evita pasar la vergüenza igual a mí.

—En fin —comenta Ludwig con un rostro figurativamente—, ¿Todo bien, doc? Ya me siento saludable, pero no sé... ¿Algún efecto secundario que me quieras comentar sobre mí?

—Lo preguntas cuando ya lo sabes, ¿Cierto? —dice con sarcasmo—. Con tu recuperación gracias a lo que sea que te hayan hecho, te recuperaste casi por completo.

—No me mientas, Angela. ¡Mi hermosa cabellera ha desaparecido! Por no hablar de mi claramente divina barba, ¿No?

—Ya crecerá, Ludwig, no seas un niño ahora —comenta riéndose un poco.

—Ahora soy el único caballero de Overwatch, lo siento, Ludwig —comenta Reinhardt, fingiendo dolor—, vengaré tu pérdida. ¡Por el cabello de todos los nuestros que sentirán el viento por los que no pueden hacerlo!

Hace un grito de batalla que nos hace reír a todos. Angela sigue con preguntas médicas que tal vez debí hacerle yo también. Aunque lo intenté y no me dejaron... Sí, definitivamente culpa de Hana por silenciarme.

Mei me hace ceñas para que me acerque a ella. Cosa que asiento, parándome de mi lugar para dirigirme con ella.

Me hace una sencilla revisión para ver que estoy bien y termina con un abrazo.

—Cada día te pareces más a Jiayi, Juno —comenta casi con orgullo en su voz mientras me sostiene las mejillas—. Aunque no estoy segura que ella esté muy feliz que su pequeña sea parte del harén de un playboy como él.

—Él no es un playboy —Me quejo, sin negar o aceptar la primera parte de lo que dice.

Porque no sé a que se refiere con ello y me da pena preguntar.

Ella me sonríe con ironía, niega con la cabeza antes de voltear a mirar al resto, que sigue conversando, aunque ya con cosas de menor importancia.

Hasta que Ludwig mira su teléfono y su mirada cambia, como si hubiera visto algo que no debió ver.

—Que buena noticia —dice con una sonrisa empática mientras me mira. Confundida, ladeo la cabeza antes de volver a acercarme a mirar más de cerca lo que su teléfono dice.

—¿Se ha recuperado mi familia sana y salva? —Leo con curiosidad antes de enfrascarme en el reporte presentado en el teléfono de Ludwig—. ¿Pero cómo? ¿La doctora Zhao ya hizo su movimiento?

—Digamos que ser lo único que queda de una compañía ayuda bastante.

—¡Oh, Lutz! —respondo agradecida, dirigiéndome a abrazarle y llenarle de besos la mejilla.

—Tranquila, Juno, tranquila —me dice sin resistirse realmente, una vez me calmo y me separo, avergonzándome aún más por lo que acabo de hacer en frente de todos... Ludwig comienza ha hablar—, lastimosamente la nave no puede salir por las tormentas.

—¡Entonces en qué ayuda el mensaje! —respondo con algo de rabia porque solo me decía que seguían atrapadas en Marte.

Me acaricia la cabeza y aunque el enojo no se fue, por lo menos me calma lo suficiente para escucharle.

—La parte buena es que no tendrán problemas para sobrevivir, la nave en la que están es autosustentable para ellos... Y podrán ponerse en contacto contigo cuando las tormentas se aligeren.

No me satisface por completo. Claro, están a salvo, por lo menos mientras la nave resista las tormentas, pero mientras ellos están allá en quién sabe cuanto tiempo, yo estoy aquí disfrutando de todo lo que ellos no. ¿Es realmente lo correcto para mí como su hija?

—¡Eso es fantástico, Juno! —dice mi tía abrazándome, de paso alejándome un poco de Ludwig—, no es lo mejor, pero ya solo es cuestión de que vuelvan sanos y salvos.

Todos, a su manera, siguieron con mensajes de felicitaciones y de felicidad. Pero hubo dos expresiones que me hicieron pensar más allá de las buenas noticias.

—¿Hay algo más que esté mal, Lutz, querido? —comento con una seriedad alarmante, aunque intento mantener una sonrisa, ésta claramente no muestra la felicidad que debería.

—No es realmente algo... malo —comenta él mirando la pared. Brigitte intenta interceder. Reinhardt y Mei se van retirando poco a poco de la conversación como si previeran que algo va mal.

Angela se queda, mientras Hana escucha de Brigitte cosas que probablemente me contará Lutz. Al menos cuando deje de mirar la pared.

Me acerco y le obligo a mirarme.

—Si, si. Ya sabemos que el piso está hecho de piso, Ludwig. Responde la pregunta —recrimino intentando no sonar tan pesada para que lo cuente con mayor calma.

Ludwig respira hondo y me mira de frente, tornando su rostro con una mayor calma aunque aún así veo sudor recorriendo su rostro.

—Me voy.

—¿Cuánto tiempo?

—No lo sé, ¿Un año, máximo?

—¿Por qué no te puedo acompañar?

—Es un viaje de introspección... Y sé que tú disfrutas más que nadie estar en Overwatch Juno.

Me quedo en silencio, sin saber que pensar. Ahora mismo estoy en una encrucijada, donde puedo ser comprensiva con su decisión y a la vez puedo estar enojada por dejarnos ahora. Por dejarme ahora.

Lo entiendo, seriamente lo comprendo; Viene con buenas noticias de que mis padres están a salvo y aprovecha para irse, seguramente enamorando más personas como yo en su galantería. Maldito y sensual Ludwig.

Es molesto porque entiendo que quiera hacer el viaje solo, pero yo estoy segura que podría ayudarlo a que se despejen más rápido sus dudas. Claro, no soy psicóloga y mis habilidades médicas no son tan capaces como las de la señorita Ziegler, pero aún así...

Me toma del brazo y me coloca en su regazo. con una suavidad que aunque seguí reflexionando al respecto, me relajó.

Hana no dice nada. Curiosamente, la única a la que parece afectarle es a mí. ¿Soy a caso la única que sabe lo grande que es la Tierra? Si en algún momento perdemos contacto, ¿Cuándo será el momento de volver a conectarnos? ¿Cómo saber que allá afuera no hay alguien lo suficientemente fuerte para cazar a Ludwig?

—No sé que pensar, Ludwig, ¿Qué puedo decirte que no sepas ya con solo verme a los ojos? —le digo con un tono afligido, casi tartamudeando. Las lágrimas intentan salir, pero me resisto—. Yo no logro comprender porqué no te ves como... nosotras te vemos. Pero intento entender porqué debes hacerlo.

No sonríe, no dice nada. Solo me mira a los ojos con empatía mientras me acaricia la espalda.

—¿Puedes llamarme diariamente?

—Lo puedo intentar.

—¿Podrías quedarte un poco más?

—No planeaba irme inmediatamente, quiero quedarme un tiempo más con ustedes.

—Me pido el miércoles para mí —dice Brigitte levantando la mano repentinamente. Sonrío con una pequeña risa mientras me acurruco sobre su pecho.

—Aprovechando que te quieres ir, Ludwig —habla Angela antes de que pudiéramos ponernos más cómodos.

Decido cerrar los ojos y escuchar la conversación desde la comodidad antes de mirar a Angela. Después de todo no me habla a mí, ¿Cierto?

—Dado que nosotros estamos ocupados con Talon y Null Sector, hemos descuidado otros... puntos. Tal vez quieras ayudar en ese viaje tuyo que quieres hacer.

—¿Dónde sería?

—Japón. Genji te contará los detalles si decides aceptar.

—Es lo menos que puedo hacer, ¿Verdad? —dice a nadie en particular.

Sonrío que al menos pese a todo sigue siendo el mismo corazón de pollo que ayuda cuando puede. Me relajo un poco más en su abrazo mientras sigo escuchando su conversación.

—Bien. Entonces pueden proseguir con... lo que sea que quieran hacer —responde Angela levantándose de su silla. Camina a la salida pero antes de llegar a ella para, da media vuelta y nos voltea a ver a los tres—. Recuerden lo que les dije antes, por favor.

Asentimos intentando entender a que se refiere, e inmediatamente lo descubrimos con sus palabras de despedida finales.

—¡Y no olviden usar protección!

¡Que vergüenza que todo lo quieran relacionar con esa... esa procreación humana!

No pude mirar a los ojos a Ludwig el resto del día... Aunque igual estoy alegre de poder estar en sus brazos.