—¡Mamá! ¿Estás lista? —exclamó Kathleen.
—¿Estoy lista? —reflexionó Atenea tras el grito de Kathleen, mirándose en el espejo.
Llevando un conjunto azul de dos piezas —un top corto combinado con pantalones palazzo— que Areso le había regalado por su cumpleaños el año pasado, esperaba verse lo suficientemente bien como para cumplir con los estándares de la Sra. Thorne.
Habiendo leído acerca de la mujer, Atenea sabía que esta era incluso más estricta que su esposo.
Aunque no era de las que les importaba mucho lo que la gente pensara de ella, el Viejo Sr. Thorne se había convertido en un querido amigo, y no quería poner en riesgo esa relación creando alguna tensión entre él y su esposa, tal como había ocurrido con sus padres adoptivos.