Atenea dejó caer su teléfono sobre la mesa de trabajo lentamente y se recostó en su silla, su mente girando con pensamientos sobre la posible información que Ewan quería compartir con ella.
Su curiosidad sobre el topo especialmente encendió un sentimiento de anticipación dentro de ella, una extraña mezcla de emoción y temor. ¿Quién podría ser?
Por la naturaleza del mensaje, podía descifrar que la persona desafortunada sería alguien familiar. ¿Quizás un colega? ¿Un amigo?
El peso de la incertidumbre colgaba pesadamente sobre ella, como una nube de tormenta lista para estallar. No podía esperar.
La tensión se enrollaba más fuerte en su estómago mientras recogía el teléfono de nuevo, ansiosa por informar a Aiden del desarrollo reciente. Pero, tan pronto como lo hizo, se detuvo, un recuerdo invadiendo sus pensamientos con la ferocidad de una tormenta repentina. No estaban en términos de hablar desde aquella fatídica noche hace cuatro días.