Emociones en Guerra II

Ewan trató de entender lo que estaba pasando, pero cuanto más se enfocaba en las preguntas, más intentaba recordar algún momento durante el viaje en que Athena se hubiera sentido tan desesperada por compañía que hubiera aceptado a Antonio como su novio, más le dolía la cabeza.

Su cuerpo dolía, pero no podía compararse con el dolor que apretaba su corazón. ¿Por qué lo eligió a él?

Lógicamente, entendía su elección; Antonio era la opción segura. Sin embargo...

Maldijo por enésima vez desde que los había dejado parados junto a las puertas de Thorne.

Cuanto más los imaginaba juntos—besándose o haciendo algo más—, más se apretaba el dolor en su corazón, y volvía a maldecir una y otra vez.

Sin saber bien lo que hacía, Ewan condujo hasta un bar y estacionó el coche, pero no salió de él. Mirando el bar con anhelo, sediento de botellas de vino o cerveza para mantener la tristeza a raya, contempló sus acciones de manera desordenada.