Consecuencias de las acciones

—No tienes que hacer esto, Violeta —murmuró Asher, sus manos encontrando su cabello una vez más, masajeando suavemente su cuero cabelludo. Los dioses sabían que se sentía tan bien, un movimiento deliberado para desarmarla.

Casi cae en la trampa.

—Nunca te lastimaría —susurró él, su brazo deslizándose alrededor de su cintura y acercándola al calor de su cuerpo.

—¿En serio? —replicó fríamente Violeta—. ¿Nunca me lastimarías? ¿Quieres decir de la misma manera que me dejaste ser intimidada hoy más temprano? —Su voz goteaba veneno mientras se refería a la humillante ceremonia de olfateo.

Nunca olvidaría ese incidente. No en un futuro cercano.

—Oh, ¿eso? —contestó Asher, su tono carente de cualquier remordimiento—. Se inclinó más cerca, la proximidad haciendo que su cuerpo se estremeciera de maneras que odiaba—. Eso fue solo un pequeño ritual, para que cada lobo pudiese tomar tu olor y reconocerte como no amenazante en el futuro. No lo tomes a pecho.