Castigar a la Reina

La mirada de Violeta danzaba por la habitación, su corazón latía con fuerza como lo había hecho minutos antes durante la persecución de los lobos. Tal vez era su imaginación, pero la oscuridad en la habitación parecía casi viva.

No obstante, sus músculos aún estaban paralizados por el miedo. Sus compañeras de habitación seguían inmóviles en sus camas, sin perturbarse. Sin embargo, su instinto le decía que alguien estaba allí con ella.

Tragando duro, Violeta dio otro paso cauteloso, sus ojos nunca dejando el rincón más oscuro de la habitación.

—¿Quién está ahí? —susurró, tratando de ser valiente.

Pero no hubo respuesta. Solo el silencio sofocante y su corazón acelerado.

Violeta no tuvo más remedio que alcanzar la lámpara en su mesita de noche, sus dedos buscando torpemente el interruptor. La luz parpadeó, proyectando un suave resplandor por la habitación.

Y ahí estaba él. El Alfa del caos.

Asher Nightshade.