—¿Qué es? ¡Cualquier cosa! Solo dilo —anunció Lila, sus ojos brillaban con tanto entusiasmo que bien podría haber ofrecido su riñón si Violeta lo necesitaba. Su ansiedad era casi contagiosa.
Ivy levantó una ceja escéptica, mientras que Margarita inclinó la cabeza, intrigada por lo que Violeta podría querer. No todos los días se ve a la intocable reina de hielo bajar la guardia, aunque sea un poco.
—Estoy en bancarrota —declaró Violeta secamente.
La mesa se quedó en silencio. La mandíbula de Lila prácticamente tocó el suelo ya que claramente había estado esperando algo mucho más grande que pudiera asumir por su bien. Ivy, por otro lado, estalló en carcajadas, agarrándose el estómago.
Ella no se reía de Violeta por ser pobre, sino más bien de Lila por esperar que fuera alguna situación de vida o muerte.
Lila siseó, lanzando una mirada furiosa a Ivy, quien se reía tan fuerte que las lágrimas se acumularon en sus ojos.