¿Eres El Oráculo?

—Hola —la saludó Alaric, con una voz cálida y juvenil, transmitiendo un tipo de alegría sin filtros que solo la hacía sentir peor. Su sonrisa era de esas cosas por las que la gente lucha en guerras para proteger, y ella estaba a punto de destrozarla.

—Hola —respondió Violeta, su voz temblorosa mientras luchaba por calmarse. Escondió su mano temblorosa detrás de su espalda, esperando que él no lo notara.

Alaric se acercó más, sujetándole la cara con una ternura que casi le rompe el corazón.

—¿Dónde has estado? Te he estado buscando por todas partes. Estaba casi tentado a hacer arrestar a Richmond si no te presentabas después de esto —claramente era una broma, una que pretendía hacerla reír, pero Violeta apenas podía esbozar una sonrisa. Forzó sus labios en una débil curva, pero no llegaba a sus ojos. Su estómago se revolvía mientras Alaric reía de su propio humor, sus ojos arrugándose en las esquinas.