Rivales en un Camino Estrecho

Violeta decidió justo en ese momento que odiaba su recién encontrada popularidad. Mientras ella y Lila caminaban hacia la tribuna de la élite, un cántico de repente estalló en algún lugar de la multitud.

—¡Tormenta Púrpura!

Al principio, fue solo un estudiante entusiasta, pero pronto se unió otro. Y luego otro. Y antes de que Violeta pudiera siquiera procesar lo que estaba sucediendo, casi la mitad de los estudiantes en las gradas estaban cantando el apodo que el Oráculo le había regalado tan amablemente.

Ella luchó contra el impulso de gemir. Violeta nunca había sido buena con la fama, y ciertamente no estaba preparada para este nivel de atención. Mantuvo su expresión calmada, caminando hacia adelante como si el ruido no le molestara, pero por dentro se retorcía incómoda.

—¡Haz algo! —Lila empujó su brazo intencionalmente, sus ojos abiertos y su sonrisa apenas contenida dejaban claro que estaba disfrutando del espectáculo.