—Nunca seré como tú.
—¿Cuántas noches había pasado, mirando al techo de la caravana, a veces el cielo abierto, y susurrándoselo a sí misma como una plegaria?
—¿Cuántas veces le había escupido esas palabras en la cara a Nancy, ardiendo de determinación, furia y desesperación?
—Y sin embargo, a pesar de todo, aquí estaba.
—Igual que Nancy.
—El pasado se abría paso de nuevo en su mente, una cosa fea e implacable, recordándole quién podría ser realmente.
—¿Eso es un formulario de la Academia Lunaris? Bien por ti. Solo esfuérzate por entrar, y tu vida mejorará. Si se hace más difícil conseguir un chico, recuerda lo que te enseñé. Solo dale una buena chupada a su pene, y se derretirá en tus manos. Ustedes dos podrían terminar juntos, dando a luz a hermosos bebés lobo. Qué perra tan afortunada eres, Violeta.
—La mujer debió haberla maldecido ese día.
—Esa era la única explicación por lo que esto estaba pasando.