Otra Persecución

A diferencia de la primera vez que Román la había llevado, Violeta estaba tensa ahora y no era solo porque estaban a punto de descender de la casa del árbol.

Después de su acalorado intercambio, Violeta ya no confiaba en él. Él no era quién ella había pensado que era. Román Draven no era más que un zorro que parecía estar disfrutando demasiado de este juego de poder.

Pero antes de que pudiera pensarlo demasiado, Román se movió, salvo que no tomó el camino hacia abajo como ella esperaba. No, el maldito bastardo saltó desde la casa del árbol.

El grito atascado en la garganta de Violeta mientras se precipitaban hacia el suelo, su corazón sacudiéndose violentamente mientras sus brazos se apretaban alrededor de él por instinto.

¡Iban a matarse!

Eso era todo lo que Violeta podía pensar mientras el aire pasaba por sus oídos, y por un segundo, el pánico tomó sus sentidos.